Dice Borges que las páginas de este libro son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar historias ajenas. Historias de infames: ladrones, rufianes, piratas, traidores. Aquí están, entre otros, el atroz Lazarus Morell, redentor de esclavos; el impostor Tom Castro, hijo apócrifo y tolerante; la aguerrida viuda Ching, hábil en el saqueo en altamar, y el incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké, aciago funcionario. Les siguen «Hombre de la esquina rosada», uno de sus relatos más celebrados, y «Etcétera», un testimonio de sus incontables lecturas: «A veces creo que los buenos lectores son cisnes aun más tenebrosos y singulares que los buenos autores».
La tierra que habitamos es un error, una incompetente parodia. Los espejos y la paternidad son abominables, porque la multiplican y afirman.
Lo último que Ziara esperaba averiguar en Lithae es que el futuro de Cathalian está en sus manos. Menos aún descubrir el lazo que la une a su mayor enemigo.
El tiempo se agota y la guerra se avecina, pero sabe que mientras la sombra del rey Dowen se cierna sobre el reino, no habrá libertad posible en Cathalian.
Ziara se esforzará por cumplir su misión y hacer justicia. En su lucha, contará con la ayuda de nuevos e inesperados aliados y, por supuesto, con el amor y apoyo de Redka, aunque puede que el destino tenga planes desconocidos para él...