Un avión secuestrado estalla a gran altura sobre el canal de la Mancha. Dos supervivientes caen al mar: Gibrel Farishta, un legendario galán cinematográfico, y Saladin Chamcha, el hombre de las mil voces, autodidacta y anglófilo furibundo.
Consiguen llegar a una playa inglesa y notan unos extraños cambios: uno ha adquirido una aureola y el otro ve con horror cómo crece el vello de sus piernas, los pies se le convierten en cascos y las sienes se abultan...
En todas las historias familiares hay un hecho que determina el destino de sus miembros. En el caso de Lola, la matriarca de esta saga de detectives, es la muerte de su hijo Marc, hace casi cinco años. Para Lola, lo que vino después fue un tiempo romo y agrisado. Pero hace unos meses que los Hernández se han reunido de nuevo, vuelven a investigar juntos como en los viejos tiempos. También Ayala, el fiel colaborador, ha regresado. Todos curtidos y, por qué no decirlo, más baqueteados a las órdenes del peculiar Mateo. Por otro lado, un estafador del amor campa a sus anchas por el barrio, se hace pasar por un antiguo compañero de colegio de sus víctimas y parece que su avaricia no tiene límites. Los Hernández se enfrentan a un escurridizo adversario.