Where does craftsmanship end and art begin? What makes something a product, a brand impervious to time and fashions? These are the questions posed while strolling between the past and the present of Baglietto, the Italian shipyard that has been building world-class yachts for 170 years.
Success is not built in an instant. Being good, looking to the future, imposing a style that lasts over time is the gamble every entrepreneur takes. There are not many who succeed, which is why those who reach the age of 170 deserve to be studied, as well as celebrated. Baglietto is now a kind of great international club, access to which serves the right mix of passion for the sea, refined taste for boats that is never over-the-top but rather soberly chic, and, of course, the right spending capacity for objects that cost.
Durante su adolescencia en Omaha, Shiloh solo podía pensar en huir. Al menos tenía a Cary. Cary, que la aguantaba. Cary, que la hacía reír. Cary, que a los dieciséis años parecía un bicho palo y ya conducía el coche hecho polvo de su madre. Él lo tenía todavía peor que Shiloh. Solo su amistad hizo que acabara el instituto, y cuando Shiloh se fue a la universidad, Cary se alistó en la Marina.
Eso fue hace una eternidad. Ahora Shiloh tiene treinta y tres y se siente igual de atrapada. Ha vuelto a vivir en la casa en la que creció. Trabaja en un teatro, pero no sobre el escenario, como había soñado. Y está divorciada y criando sola a sus hijos, exactamente igual que su madre (aunque sin su carrusel interminable de novios).
Cuando Mikey, el único amigo del instituto con el que todavía habla, la invita a su boda, lo último que le apetece es ponerse al día con su antiguo grupo. Pero se compra un vestido, se maquilla un poco y se pone una chaqueta vaquera porque todo en lo que puede pensar es en si Cary estará allí. ¿Querrá hablar con ella? ¿Después de todo lo que pasó?
La respuesta es sí. Y sí. Y sí.
Dos historias aparentemente no relacionadas que la figura de Francisco, el protagonista, vincula mediante tres elementos fundamentales: el mismo Francisco; cierta barca varada en un río de aguas turbias (lo que probablemente ha inspirado el título de la novela) y el proceso esquizofrénico, traumático, pero pasajero, que padece Francisco. El libro atrapa al lector y casi le obliga a no cerrarlo hasta concluirlo.
Manuel Hernández Ruigómez, diplomático español
Menoscal Reynoso nos muestra en “Bajo Aguas Turbias” que el oficio de novelista es su vocación. Supo tejer, con buena mano de artista, una historia de amor y otra de terror político de las que el autor es testigo histórico. La novela nos hiere y cautiva, apasiona y desespera. Los invito a descubrir los misterios que se esconden en Bajo aguas turbias.
Raúl Bartolomé, publicista
Bajo aguas turbias retrata de cuerpo entero una “era” donde ser joven era sinónimo de subversión y adhesión a las ideas de izquierda, a quienes el sistema no dejaba otra alternativa que la de luchar por la libertad y la edificación de una sociedad verdaderamente democrática, justa e igualitaria.
Juan De La Cruz, historiador
Bajo aguas turbias es la crónica de una época que siempre nos dará tristeza evocar. La historia de una generación que prefirió morir de pie y a no vivir de rodillas. Una manera de recordar que la sangre derramada es la prehistoria de la democracia.
Vianco Martínez, periodista
Una novela rica en emociones. Una mezcla bien elaborada de realidad y ficción, en donde un hilo imperceptible separa una de otra, y nos adentra en episodios turbios de acontecimientos sociopolíticos de mitad del siglo pasado.
Freddy González, político.