Los cerebritos son sexis. Sobre todo, los cerebritos que construyen robots de competición.
Bel preferiría morir antes que pensar en el futuro. ¿Solicitudes de ingreso en la universidad? Qué gracioso. ¿Actividades extraescolares?
Ni pensarlo. Pero cuando, sin pretenderlo, deja al descubierto su talento para la ingeniería, se ve obligada a unirse al club de robótica del instituto. Pero eso no es lo peor. Todos los chicos la ignoran, y ni siquiera parece caerle bien a Neelam, la única otra chica del equipo.
Por otro lado está Mateo Luna, capitán del club, que reconoce el potencial de Bel... hasta que empiezan a tener diferencias. A Bel no le importan los campeonatos nacionales, pero a Teo le importan demasiado. Sin embargo, a medida que las noches de trabajo después de clase se hacen más y más largas, Bel y Teo se dan cuenta de que han construido algo más que un robot preparado para competir: han conseguido sacar lo mejor del otro, y también del resto del equipo.
Tremendamente divertida y con un romance slow burn.
Obra que se halla en los inicios de la novela de ciencia ficción, "La máquina del tiempo" (1895) sigue conservando el mismo poder de fascinación y vigor narrativo que le valieron el éxito inmediato en el momento de su publicación. Afortunada síntesis de los conocimientos científicos del autor, del maquinismo que hacía furor en la época y de la visión escéptica de Herbert George Wells (1866-1946) respecto al rumbo tomado por la sociedad que le tocó vivir, el relato (un clásico) describe un futuro inquietante en el que dos razas semibestiales, los eloi y los morlock, comparten en una peculiar simbiosis un planeta extraño y desolado sobre el que se han cernido catástrofes y transformaciones, pero en el que brilla aún, como tenue esperanza, un hálito de humanidad.
Estamos constantemente fotografiando y siendo fotografiados, al tiempo que alimentamos bases de datos de aprendizaje automático con nuestros datos, que a su vez se utilizan para generar nuevas imágenes. Al analizar la transformación de la fotografía por el mundo digital –y la transformación de la percepción humana por las imágenes gestionadas por algoritmos, desde la CGI a la IA–, el presente libro investiga lo que significa para nosotros vivir rodeados de flujos de imágenes y ojos maquínicos. Con una inteligente y atractiva argumentación, Zylinska aúna la teoría de los medios y la neurociencia. Su «máquina de percepción» designa un universo técnico de imágenes y sus infraestructuras, pero también se refiere a la condición sociopolítica resultante de la automatización actual de la visión, la creación de imágenes y la imaginación.
La ciudad de Eden es conocida por la leyenda de E. Starling, una ermitaña autora famosa por escribir e ilustrar La Subterra... y esfumarse.
Todos en el pueblo evitan la tenebrosa mansión Starling y al solitario heredero, Arthur. Sin embargo, a pesar de que sabe que no debería relacionarse con hombres huraños ni casas encantadas, Opal no puede ignorar la oferta de empleo que le ofrecen. La mansión Starling no tarda en convertirse en algo que nunca ha tenido, un hogar.
Pero fuerzas siniestras acechan en sus muros, y Arthur y ella deben decidir si desenterrar el pasado y enfrentarse a él, o dejar que Eden sea devorado por las pesadillas. Y si Opal quiere tener un lugar al que pertenecer, primero deberá luchar por él.
¿Es la Mansa lo que su apodo familiar parece sugerir? Solo el lector será capaz -quizás- de dar cuenta de ello. Entretanto, ella vive al tiempo que recuerda el camino que la ha traído desde su isla caribeña hasta el Londres del presente. Con la ayuda de una enigmática figura que la acecha por detrás de sí misma y se convierte en su conciencia desdoblada.
Con un registro narrativo inusualmente fresco y provocativamente desenfadado, realista pero no exento de fantasía e incluso -en el buen sentido- de disparate, Karlina Veras produce una escritura fluida y singular, que genera al mismo una reflexión sobre asuntos que, lejos de ser triviales como lo son en apariencia, reflejan las complejas vivencias de una mujer que pretende ser diferente. Todo eso, a través del manejo formidable de un lenguaje coloquial que consigue universalizar sus regionalismos.
La luz es la mano izquierda de la oscuridad, y la oscuridad es la mano derecha de la luz. Las dos son una, vida y muerte, juntas como amantes en kémmer, como manos unidas, como el término y el camino.»
«Escribiré mi informe como si contara una historia, pues me enseñaron siendo niño que la verdad nace de la imaginación». Así comienza su relato Genly Ai, enviado al planeta Gueden —también llamado Invierno por su gélido clima— con el propósito de contactar con sus habitantes y proponerles unirse a la liga de planetas conocida como el Ecumen. Los guedenianos tienen una particularidad que los hace únicos: son hermafroditas, y adoptan uno u otro sexo exclusivamente en la época de celo, denominada kémmer.