Somos inteligentes en virtud de los errores, de las deformaciones que nos forman. Partiendo de esta verdad común, la inteligencia artificial generativa no es criticable por sus defectos circunstanciales, sino por su voluntad estructural de perfección. El diseño elegante de cualquier dispositivo sugiere una fluidez libre de sangre. Esta pretensión de limpieza, en un mundo desgarrado, es en sí misma despiadada. La forma suave de los aparatos, igual que las proclamas angelicales de bondad corporativa en el capitalismo de plataformas, no oculta únicamente el sufrimiento de seres explotados. La promesa tecnológica tapa también algo más cercano y de lo que no se habla, un enmudecimiento anímico que apenas tiene precedentes. No olvidemos que la moda de la fusión oculta la fisión: se trata de acabar con cualquier grumo de singularidad a favor del esencialismo serial, construido y consumible.
En este nuevo escenario, diversas condiciones se articularon para que Imbert se agenciara un ilimitado poder, tales como la debilidad de las fuerzas dominantes, el vacío de poder existente, su recia personalidad que se sumaba a la condición de héroe nacional, su innegable vocación, el haber asumido en los albores del conflicto bélico la representación de los militares de San Isidro, la urgencia que tenían los norteamericanos de instalar un gobierno títere que sirviera de contrapeso al gobierno de Caamaño y, por último, sus tradicionales y conocidos vínculos con la Embajada de los Estados Unidos y sus agregados militares.
Todo lo anterior le confería a Imbert un talante por encima de sus congéneres, capaz de infundir pavor tanto a los líderes políticos como a los militares. Las no disimuladas ambiciones políticas de Imbert se cristalizaron tras el estallido de la Revolución de Abril de 1965, cuando el emisario del presidente Lyndon B. Johnson, John Bartlow Martin, lo catapultó al poder, con la aquiescencia de los poderes fácticos que dominaban la sociedad dominicana en esta etapa.
Publicado originalmente en 1915, Antología de Spoon River es un gran fresco de la vida en un pueblo del Medio Oeste norteamericano que se convierte, por obra y gracia de la palabra poetica, en emblema de los deseos y las pasiones, los miedos y las angustias, las aspiraciones y las renuncias, los triunfos y las derrotas vitales de todos y cada uno de nosotros. Los 244 personajes que desfilan por sus páginas nos hablan desde la tumba y pronuncian su propio epitafio. Al hacerlo, nos dan un fragmento de vida que se entreteje con todos los demás para urdir la gran epopeya norteamericana del siglo veinte. Esta edición bilingüe de Antología de Spoon River, que presentamos en la soberbia traducción de Eduardo Moga, no es solo un libro clásico, sino tambien un libro vivo, crónica palpitante de la interioridad humana. Y sus personajes son una representación fidedigna de los caracteres del mundo, habitantes de un rincón de los Estados Unidos, pero moradores posibles de cualquier nación, de cualquier paisaje.
En esta colección de relatos se exploran las diversas facetas de la muerte, desde lo místico y aterrador hasta lo melancólico y reflexivo. Cada cuento ofrece una perspectiva única sobre el fin de la vida y lo que podría esperar más allá.
En este libro, Marcelo Pakman se pregunta por qué y cómo el pueblo judío ha llegado a ser objeto del odio organizado. Su respuesta es que este odio se ha construido por pasos, a través de muchos siglos, mediante la sedimentación de estereotipos que producen un mito sacrificial de lógica mágica: el del Judío, quien, objeto de múltiples acusaciones e idealizado en su poder, debe ser culpable de todos los males de una sociedad. Este mito cumple una función propiciatoria, necesaria para que quienes lo sostienen aspiren a alcanzar sus sueños de grandeza y de dominio.
«Controla tus pensamientos». «El dolor es temporal». «La felicidad depende de ti». ¿Te suenan? En los últimos años, la gente se ha tirado en plancha sobre las enseñanzas de los grandes pensadores del estoicismo. Pero ¿seguro que Marco Aurelio es oro puro para el arte de vivir?
Decidido a arrojar una perspectiva más rebelde, sin paños calientes, Victor Amat reinventa las Meditaciones en clave punk con su propio libro de aforismos al estilo de los antiguos. Y lo hace a través de un compendio de pensamientos y reflexiones para aprender a apañar nuestras mierdas en el día a día, lejos de la moda del estoicismo y el pensamiento positivo.