Han pasado más de treinta años desde la caída del comunismo y algunas de nuestras ideas sobre lo que fue Europa del Este todavía replican los lugares comunes de la Guerra Fría: sociedades controladas por la Policía secreta, el miedo a la delación, sangrientos burócratas que llegaban desde Moscú para reprimir cualquier atisbo de disidencia y economías caracterizadas por el atraso y la escasez. En un formidable trabajo de síntesis que renueva los términos del debate, Agustín Cosovschi y José Luis Aguilar recorren la historia del comunismo desde las primeras luchas socialistas en el siglo XIX hasta su colapso en los umbrales del siglo XXI. Narran el ciclo de violencia de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y su prolongación en la Guerra Civil. Explican el momento bisagra en que comienza un enfrentamiento global entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero, sobre todo, muestran cómo el socialismo de Estado, lejos de ser una realidad monolítica orquestada por completo desde Rusia, se configuró en cada país en función de las tensiones étnicas, la búsqueda de independencia nacional, los liderazgos.
¿No existen los personajes de las novelas que nos apasionan? ¿No son verdaderas las figuras del cuadro que nos absorbe o las escenas de la película que nos aterroriza? ¿Por qué nos emocionan así entonces? ¿Por qué nos las creemos tanto como para sollozar o reír a carcajadas? Actualizando un tema clásico del pensamiento occidental, la pregunta por el estatuto de realidad que corresponde a las creaciones artísticas, Pablo Maurette (autor de El sentido olvidado: ensayos sobre el tacto, Mar Dulce editora, 2015) compone aquí un ensayo brillante, preciso y delicioso. Armado con el concepto grecolatino de evidencia, Maurette recorre hitos artísticos y filosóficos de toda nuestra tradición (de Platón a Susan Sontag, pasando por Giotto o Proust), deteniéndose especialmente en un cuento de Julio Cortázar y en una película de Quentin Tarantino, para desnudar como nunca las herramientas y estrategias clave de esa mágica fábrica de verdad que son nuestras ficciones.
Todas las especies están condenadas a la extinción. A pesar de que esta realidad científica se reconoció hace apenas doscientos años, el registro fósil que desde entonces los investigadores han leído en las rocas muestras que los animales que habitan hoy en el planeta son verdaderos sobrevivientes y herederos de otro 99.9% de especies que cumplió apaciblemente su ciclo de vida, o que encontró su inevitable fin en uno de los episodios de extinción masiva que han ocurrido en la Tierra.
La multiplicación de consultas electorales bajo la preeminencia de formas procedimentales, hace que los votos estén lejos de incidir en las decisiones centrales del poder político en la región. Los proyectos de transformación del orden existente reclaman atender los problemas del poder; de ahí que sea necesario discutir diversas nociones sobre la sociedad civil y dar una amplia exposición conceptual de las principales nociones referidas al análisis del Estado, del poder y de la política.
Para comprender el funcionamiento de las monedas mundiales es pertinente tener en mente la historia financiera. Por ello, los autores se ocupan de presentar un análisis histórico de las finanzas globales del siglo XIX a la fecha. Así muestran que varias monedas pueden coexistir como monedas globales y su importancia puede cambiar rápidamente. También demuestran cómo los avances tecnológicos y los cambios en la estructura del comercio internacional son los que han reestructurado el panorama de las monedas internacionales para que puedan coexistir varias normas financieras; además de que la coexistencia de varias monedas ha ocurrido en el pasado.
El racismo muta constantemente: varía de forma, de tamaño, en sus límites, propósito o función ante los cambios en la economía, la estructura social y, sobre todo, ante los desafíos y resistencias que se encuentra. Cada nueva generación, define el racismo a su propia imagen y semejanza.
El éxito actual de figuras políticas y partidos xenófobos no es consecuencia de una reacción contra el progreso antirracista; triunfan porque su retórica política hace explícito lo que ya está implícito en las prácticas racistas y violentas de los Estados liberales. Tras la imagen de la mujer negra beneficiaria de prestaciones sociales, del hombre musulmán radical o del inmigrante contestatario, yace el miedo al radicalismo feminista negro, al movimiento nacional palestino, o a la politización de las clases trabajadoras surgida de la organización migrante. Sus imágenes encarnan los significantes desplazados del fracaso del neoliberalismo violento.
La propagación de la ideología racista en las sociedades occidentales no es un derivado de la polarización social, sino el cómplice necesario de un imperialismo «liberal» que regresa a casa como un bumerán, a poner en práctica, contra su propia población civil, las políticas coloniales que impone en el resto del planeta. En consecuencia, y como cuenta Arun Kundnani, el antirracismo no fragmenta la lucha de clases, sino que la radicaliza.