¿Alguna vez has sentido que estás al borde del agotamiento? ¿Trabajas más rápido, pero no consigues acercarte a tus objetivos? ¿Sabes que una tarea es importante y aun así batallas para llevarla a cabo? ¿Querrías hacer mayores aportaciones, pero no tienes la energía que requiere? ¿Sientes que las cosas se han vuelto más difíciles de lo que ya eran?
El historiador de la Ciencia Jean-Baptiste Fressoz propone una historia radicalmente nueva de las fuentes de energía. En lugar de presentarlas como etapas sucesivas, muestra cómo todas han ido superponiéndose sin llegar a sustituirse jamás. Carbón, petróleo, gas, nuclear, renovables? lejos de competir entre sí, se han desarrollado una tras otra y han crecido juntas, entrelazadas en un sistema complejo que dificulta cualquier transición real. Y, sin embargo, seguimos creyendo ?o queriendo creer? que el cambio está en marcha.
Fressoz analiza por qué la idea de «transición energética» se impuso como un relato tranquilizador, una futurología oficial que, desde los años setenta, sirve más para aplazar decisiones que para transformar el sistema. Esta historia nos obliga a repensar las dinámicas energéticas, la relación entre materia y política, y los obstáculos reales que enfrentamos en la lucha contra el cambio climático.
Cuatro destinos. Dos misiones. Una mujer. Vuelve a sumergirte en un tiempo inolvidable junto a la protagonista de El tiempo entre costuras.
La segunda gran guerra llega a su fin y el mundo emprende una tortuosa reconstrucción. A pesar de que Sira afronta el futuro con ansias de serenidad. No lo logrará, sin embargo. El destino le tendrá preparada una trágica desventura que la obligará a reinventarse, tomar sola las riendas de su vida y luchar con garra para encauzar el porvenir.
Entre hechos históricos que marcarán una época, Jerusalén, Londres, Madrid y Tánger serán los escenarios por los que transite. En ellos afrontará desgarros y reencuentros, cometidos arriesgados y la experiencia de la maternidad.
Sira Bonnard —antes Arish Agoriuq, antes Sira Quiroga— ya no es la inocente costurera que nos deslumbró entre patrones y mensajes clandestinos, pero su atractivo permanece intacto.