Situada en 1949, en las tierras fronterizas entre Texas y México, Todos los hermosos caballos se centra en el personaje de John Grady Cole, un muchacho de dieciséis años, hijo de padres separados. Tras la muerte de su abuelo decide huir a México en compañía de su amigo Lacey: allí se encontrarán con un mundo marcado por la dureza y la violencia.
Foster Wallace elabora en Algo supuestamente pertido que nunca volveré a hacer una postal gigantesca basada en su experiencia en un crucero de lujo por el Caribe. Lo que a primera vista parece ser un simple viaje «para relajarse», en manos de un humor delirante y un cinismo corrosivo acabará convirtiéndose en el horror más absoluto.
Foster Wallace reflexiona sobre la presión para relajarse y disfrutar y cómo las indulgencias del viaje le llevan a una introspección autoflagelante.
Relatos que ocupan un solo párrafo, escritos como un esquema o como una entrada de diccionario, transcripciones de entrevistas cuyas preguntas desconocemos, pero imaginamos, notas al pie de página que puntualizan (y a veces, desmienten) lo que dice el texto. Veintitrés relatos que diseccionan personajes estrambóticos y retratan distintas anomalías de la vida.
¿Sienten miedo las langostas antes de ser devoradas? ¿Tenía Franz Kafka un sentido del humor enfermizo? Por cierto, ¿quién ganó el premio Adult Video News a la Mejor Actriz Porno Femenina del Año cuando Gwyneth Paltrow consiguió su Oscar?
David Foster Wallace contesta a estas preguntas y a otras más delirantes en su tremendamente pertido libro de artículos. En este volumen, DFW se sumerge en el circo en que se han convertido las campañas electorales, a la búsqueda de un documento, en los comicios más agresivos de la reciente historia americana. Más tarde se pasea con descaro por el Festival de la Langosta de Maine, arriesgando su vida para llegar al fondo de la cuestión. También se dirige, cargado de cubos de pollo, a un estudio de radio de Los Ángeles, y asiste a un debate conservacionista presentado por un periodista con una tendencia poco natural a vestir bien solo en la radio. El uso de temas modernos y su atrevido punto de vista convierten este libro en referente del género.
Una artista medio famosa anuncia su intención de cruzar el país en coche, de Los Ángeles a Nueva York. Afrontar un largo viaje por carretera parece un buen modo de repensarse a sí misma en el ecuador de su vida. Media hora después de despedirse de su marido y su hije, sin saber muy bien por qué decide salir de la autopista, echarse en la cama de un motel anodino y sumergirse en un apasionado replanteamiento vital que resulta ser el comienzo de un viaje totalmente diferente al planeado.
Con este libro, Gabriel García Márquez se descubrió a sí mismo como un narrador. Sin embargo, la intención primera era escribir un reportaje sobre un hombre, Luis Alejandro Velasco, que estuvo diez días a la deriva en una balsa mecida por el mar Caribe. El futuro Nobel de Literatura y entonces joven reportero que era García Márquez escuchó el relato de los hechos de boca de su protagonista y los transformó, tal vez sin pretenderlo, en un prodigioso ejercicio literario, una narración escueta y vigorosa donde late el pulso de un gran escritor. La publicación por entregas del reportaje en El Espectador de Bogotá supuso un alboroto político considerable -se revelaba la existencia de contrabando ilegal en un buque de la Armada colombiana, lo que costó la vida de siete marineros y el naufragio, más afortunado, de Velasco- y el exilio para su autor.