Inmaculada Pelegrín López (1969, Lorca, Murcia). Pasa varias horas al día mirando a través de un microscopio, tal vez por esto sus versos estén llenos de cosas mínimas. Todas las mañanas se sorprende cuando, al salir de casa, alguno de los perros que viven allí, se le acerca moviendo la cola, quizás sea el motivo por el que sus palabras se refieran al asombro de lo cotidiano. Le gusta contemplar el cielo y hacerse preguntas. El cielo nunca se repite, las preguntas tampoco. Se podría pensar que a través de la poesía busque permanecer alerta ante el milagro, porque si pasase desapercibido sería como si no hubiese existido. En su vida hace muchos números, seguramente habrá llegado a la conclusión de que somos estadísticamente imposibles y sin embargo somos. Es probable que escriba para advertirnos de tal contingencia.
En medio de las gélidas estepas mongolas, la inspectora Oyun, ayudante del comisario Yeruldelgger, se topa con una escena difícil de interpretar: un jinete y su caballo yacen aplastados bajo el lomo de una hembra de yak que parece haber caído del cielo. La misma sorpresa experimenta su jefe cuando, en un desfiladero del macizo del Otgontenger, se descubre el cadáver de un hombre que sólo puede haber acabado ahí... precipitándose desde las alturas. Y para cerrar el círculo de hechos insólitos, el mismo comisario es detenido como sospechoso del asesinato de Colette, una amiga prostituta a la que había ayudado a rehacer su vida. Sumido en la perplejidad y temiendo ser víctima de una trampa, Yeruldelgger acomete una investigación clandestina que generará tensiones con su equipo, reabrirá viejas heridas con su hija Saraa y provocará la intervención de los maestros shaolin del séptimo monasterio en el que fue criado. Pero la situación da un vuelco completo con el hallazgo de los cuerpos sin vida de un grupo de niños dentro de un contenedor en el puerto de El Havre. Pese a los miles de kilómetros que separan Mongolia de Francia, las pistas acabarán por cruzarse para destapar un caso de corrupción y abusos a todos los niveles que afecta a las más altas esferas de diversos países, desde Europa hasta Asia.
Tras la carta de presentación que supuso Yeruldelgger. Muertos en la estepa, Ian Manook regresa a Mongolia y a su carismático comisario. País de fuertes contrastes, donde las tradiciones ancestrales y la espiritualidad conviven con la mafia y el crimen organizado, Mongolia vuelve a ser protagonista de esta vibrante novela que, con personajes de marcado carácter y escenarios sobrecogedores, consolida a su autor como una de las voces más originales y sugerentes del noir en los últimos años.