«Un libro familiar, desconcertante, que se nos revela como una presencia benéfica. Es menos difícil de escalar que el Everest, pero como él, está ahí». EMMANUEL CARRÈREEl libro plantea «el problema de Dios» desde la propia experiencia vital de su autor y su búsqueda incesante, tanto a través de la lectura de los grandes místicos como el Maestro Eckhart y de las grandes tradiciones religiosas (hinduismo, buddhismo, cristianismo) como de prácticas tales como el yoga y la meditación, hasta el encuentro con aquellas personas afines a sus inquietudes espirituales. Los textos místicos y sagrados son abordados a partir de autores como Mircea Eliade, Henry Corbin, Jean Varenne o Louis Massignon, entre otros, y confrontados con la filosofía griega y del siglo XX, desde Nietzsche a Martin Heidegger o Hannah Arendt. El «problema de Dios» se enfoca desde una doble perspectiva: la del Dios antropomorfo y personal y la del Dios impersonal, sin forma ni figura, para centrar el argumento de su libro en esta última. En efecto, esta obra trata del Dios al que se llega por la cara norte de la montaña, que no es otra que el Monte Carmelo de san Juan de la Cruz, y cuya cima se alcanza mediante una ascensión que consiste en un proceso de reducción y de negación.
Cuando creemos formas de vida no biológicas, ¿lo haremos a nuestra imagen y semejanza, o aprovecharemos la primera oportunidad en la historia de nuestra especie para «re-crearnos» y hacerlo a su imagen y semejanza? ¿Cómo serán el amor, los cuidados, el sexo y el apego cuando los seres humanos entablemos relaciones con seres no humanos que ejerzan de profesores, trabajadoras sexuales o figuras de compañía? ¿Qué será de nuestros arraigadísimos prejuicios de género? ¿Disfrutaremos en breve de mejoras biológicas e implantes neurales que nos permitan mantenernos en forma, más jóvenes y conectados?
Tras años de reflexión y lectura sobre la inteligencia artificial, Jeanette Winterson recurre a la historia, la religión, la mitología, la literatura, la política y, por supuesto, la informática para ayudarnos a entender los cambios radicales que ya se están produciendo en nuestra forma de vivir y de amar. Con un derroche de ingenio, humor y empatía, nos invita a abrir los ojos y expandir la mente.
Una historia épica de China contada por un testigo excepcional, pero también un maravilloso relato que ilustra el poder del arte para generar cambios y la urgente necesidad de proteger la libertad de expresión.
Ai Weiwei es uno de los artistas más famosos del mundo, un creador que rebasa los límites del mundo del arte y ha logrado ser un fenómeno social, un valiente activista y un apasionado defensor de la libertad de expresión. En estas memorias rastrea por primera vez los orígenes de su excepcional creatividad y sus ideas políticas, y explora con lucidez y agudeza la multitud de fuerzas que han dado forma a la China moderna; un ejercicio que además traza una extraordinaria historia del país durante los últimos cien años.
Las esculturas e instalaciones de Weiwei son admiradas en todo el mundo, y sus logros arquitectónicos incluyen la participación en el diseño del icónico Estadio Nacional de Pekín. No obstante, su disidencia lo ha convertido durante mucho tiempo en un objetivo de las autoridades chinas, lo que dio lugar a una aterradora detención secreta en 2011. Su padre, Ai Qing, uno de los poetas chinos más célebres del siglo XX y en su día amigo íntimo de Mao Zedong, fue calificado de derechista durante la Revolución Cultural, y él y su familia fueron desterrados a un lugar desolado conocido como «la Pequeña Siberia», donde fue condenado a trabajos forzados limpiando baños públicos. El artista relata su infancia en el exilio y la difícil decisión de dejar a su familia para estudiar arte en Estados Unidos, donde trabó amistad con Allen Ginsberg y se inspiró en Andy Warhol. Con franqueza e ingenio, detalla su regreso a China y su ascenso de figura anónima a superestrella del mundo del arte.