Volver a mirarnos es una invitación a encontrarnos en medio de las urgencias, el avance tecnológico, la rutina. El mundo es cada vez más complejo, pero también cada vez más maravilloso. ¿Qué mirada y qué voz podemos utilizar para conectarnos con nuestros hijos-alumnos? Liliana González, en su incansable lucha por la saldar la deuda que tenemos lo s adultos con la infancia, nos invita a ampliar la mirada para alojar nuevas preguntas: ¿Qué lugar ocupan las pantalla s en la vida de nuestros hijos? ¿Cuáles son los síntomas del bullying? ¿Les enseña la escuela a leer críticamente lo que se les vende? ¿Jerarquiza los espacios donde puedan expresarse libremente? ¿Cómo transmitirles, en tiempos del chat, la importancia del encuentro real con sus amigos? En esta oportunidad lo hace con el aporte de su hija, Natalia B rusa, quien desde la comunicación social suma elementos par a tratar de acercarnos sin prejuicios al mundo de los niños y los adolescentes de hoy. Este libro nos ayuda a sumar humanidad a la observación amorosa de la infancia, de manera pacífica e inclusiva. Para mejorar la calidad de vida de todos y todas.
Una mala racha. Así es como podría llamarse a lo que está viviendo Sookie. Primero, su compañero de trabajo es asesinado y a nadie parece importarle. Luego se encuentra cara a cara con una criatura sobrenatural y casi muere en el ataque. Afortunadamente los vampiros le salvaron la vida, así que cuando le piden que busque a uno de ellos, desaparecido en Dallas, Sookie no lo duda ni un momento: les debe un favor.
Se supone que el trabajo es fácil: debe entrevistar a ciertos humanos involucrados en la desaparición. Solo hay una condición, los vampiros deben prometer comportarse y dejar que los humanos salgan ilesos. Más fácil decirlo que hacerlo. Todo lo que se necesita es un pequeño error para que las cosas se vuelvan mortales...
«Cuando llegué al hospital, incapaz de andar por mi propio pie, y me dijeron que debían ingresarme…, entonces supe que aquello se me había ido de las manos.»
La primera vez que Olatz pensó que tal vez necesitaba ayuda fue después de hacer una búsqueda en Google: un test básico acerca de la anorexia se lo dijo con claridad, «acude a tu médico». A partir de ese día, la vida de Olatz cambió para siempre: se confirmó que sufría una anorexia nerviosa que la había llevado al punto de tener miedo de comer, pero todo aquello era heredero de un proceso de sumisión ante la exigencia del deporte, la preocupación por la excelencia y las conductas familiares que, en 2019, la empujaron a retirarse de la competición profesional.
En este libro se recogen todos los detalles de la historia que llevó a Olatz a anunciar su retirada. Es, al mismo tiempo, un testimonio optimista, una apuesta por que en el futuro las cosas se puedan hacer mejor. Para ello, lo primero, es contar la verdad.
El testimonio arrollador de una gimnasta de élite sobre la inseguridad, el miedo y la presión que suponen los trastornos alimentarios.