Bronnie Ware ha conocido muchos trabajos, pero solo uno de ellos le cambió la vida de verdad. Después de dedicarse a ofrecer cuidados paliativos a pacientes terminales sintió que, por primera vez, habia recibido mucho más de lo que jamás podría dar. Recopilando minuciosamente las lecciones de sabiduría y sentido común que las personas a las que cuidaba le contaban en sus últimos momentos, inició un blog que recibió más de tres millones de visitas en su primer año. De la creciente demanda de un libro que plasmara su historia personal surgió esta obra, en la que la autora nos transmite la experiencia de los que echan la vista atrás al final de su vida y nos explica cómo evitar esos remordimientos universales de los que parece que solo somos conscientes cuando es demasiado tarde para evitarlos.
El libro más personal de Javier Marías.
A lo largo de estas páginas, que recogen los artículos más personales del autor y una larga entrevista concedida a The Paris Review, Javier Marías repasa los años de su infancia, los recuerdos familiares, sus primeros pasos en la literatura, sus maestros dentro y fuera de los libros, amén de un emotivo apartado dedicado a los que ya no están. También tienen cabida aquí aspectos de su trayectoria de carácter más curioso, como, por ejemplo, la explicación de cómo llegó a ser monarca del curioso Reino de Redonda.
La doctora Tsabary afirma que para que la crianza sea eficaz debemos desarrollar una profunda conexión con nuestros hijos y abordar los sentimientos que impulsan sus conductas, en lugar de castigarlos.
Lejos de abogar por una actitud del tipo «dejar pasar» o «todo vale», la doctora Tsabary recomienda que los padres adopten una actitud resuelta, no basada en el control del niño sino, sobre todo, en ayudarlo a desarrollar un profundo sentido de responsabilidad personal.
Cuando su padre la obliga a asistir a una escuela de esquí, Alice sufre un grave accidente que la marcará para siempre. A su vez, Mattia, un niño reservado, carga con las fatales consecuencias de un acto que cometió poco tiempo atrás. La infancia ha causado en Alice y en Mattia esa clase de heridas que difícilmente cicatrizan, y que los abocan a una soledad devastadora durante su adolescencia. Sin embargo, en el momento en que los dos se encuentren, nacerá la amistad y sus vidas se entrecruzarán hasta, en ocasiones, sentirse estrechamente unidos. Alice se dedicará a la fotografía, y Mattia desarrollará su talento para las matemáticas. Y sin embargo, igual que esos números especiales conocidos como «primos gemelos», algo los mantiene irremediablemente «solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad», como piensa Mattia.
El thriller en que se basa la serie de TV The Alienist.
Nueva York, 1896. John Schuyler Moore, reportero de sucesos de The New York Times, recibe en plena madrugada la llamada de su antiguo compañero de Harvard, el famoso alienista (como se conocía entonces a los psicólogos) Laszlo Kreizler, quien le cita en el puente de Williamsburg, escenario de un horrible asesinato.
Theodore Roosevelt, jefe de policía de la ciudad, solicita la colaboración de ambos amigos para indagar el crimen, una atrevida iniciativa, pues el alienista es visto con desconfianza por una sociedad conservadora, que considera que un asesino nace y no se hace. A ellos se une Sara Howard, primera mujer que trabaja en la comisaría, y los hermanos Isaacson, pioneros en las nuevas técnicas de investigación.
Llegan Mick Herron y su multipremiada serie protagonizada por Jackson Lamb para modernizar, con brillantez y humor, el género del espionaje.
En breve, gran estreno de la serie en televisión/Apple TV+, con Gary Oldman como protagonista.
«La mejor serie de novela negra del siglo XXI.»
The Mail on Sunday
El reino del irreverente y sarcástico Jackson Lamb está en Londres y se llama Casa de la Ciénaga, un vertedero al que van a parar los miembros de los servicios secretos que han cometido un error, ya sea olvidar un documento en un tren, despistarse en una ronda de vigilancia o volverse poco fiables a causa del alcohol. Sus colegas los denominan «caballos lentos», son los parientes pobres del espionaje británico y todos comparten las ganas de salir de allí a cualquier precio y volver a la acción.