La vida no es fácil en un college de Nueva Inglaterra si eres un chico modesto y falto de afecto que llega de California, y Richard Papen lo sabe; por eso agradece que lo admitan en un pequeño grupo de cinco estudiantes capitaneados por un profesor de literatura clásica con mucho carisma y pocos escrúpulos.
Los chicos sueltan comentarios en griego y se ríen de la ingenuidad y la torpeza de los demás, pero bien mirado se pasan el día bebiendo y engullendo pastillas. Hasta que un mal día lo que parecían chiquilladas adquieren una gravedad inesperada. Es entonces cuando Richard y su pandilla descubren qué difícil es vivir sin máscaras y qué fácil es matar sin remordimientos.
He aquí la historia dramática de la cultura.
La pesadilla que vive la ciudad no es una ficción. Sí, es verdad. Están quemando las bibliotecas de los ateneos, del centro de estudios Germinal, del señor Casares... El humo no levanta el vuelo. Es pegajoso. Huele a carne humana.
En esta novela, las vidas de los libros, las personas y el lenguaje se cruzan y entrelazan en un intenso relato de suspense que transcurre desde el siglo XIX hasta nuestros días, entre la atrocidad autoritaria y la indomable libertad.
Los libros arden mal es un universo poblado de voces
insólitas, de memorias que retumban o murmuran de forma
inolvidable, verdadera literatura donde todo está en vilo.
Le Chiffre es un agente despiadado y el encargado de la financiación de una célula soviética del SMERSH en Francia, pero está a punto de arruinarse después de apostar el dinero de un cliente.
Durante años, Le Chiffre ha sido uno de los principales objetivos del Servicio Secreto británico. Para acabar con él, el servicio envía a su mejor jugador, James Bond, a una arriesgada misión en el casino de Royale-les-Eaux: una partida de baccarat de alto riesgo para dejar en la bancarrota a Le Chiffre.
Con las cartas en su contra y los agentes del SMERSH amenazando con matar a Bond y a su bella acompañante, Vesper Lynd, 007 necesita cambiar su suerte antes de arriesgar sus vidas.