La vida no es justa, y eso Logan lo sabe muy bien. Después de una dolorosa pérdida, su corazón se ha vuelto hermético, frío e inquebrantable. Por eso no le importa que todos crean que es el malo de la historia.
Leah nunca se ha sentido la protagonista de la suya. Vive con la cabeza enterrada en los libros, intentando pasar desapercibida, y se refugia en la gran comunidad de lectores que tiene en internet.
Leah no es el tipo de chica que Logan está buscando.
Y Logan es la clase de chico que Leah trata de evitar.
Quizá por eso lo que hay entre ellos funciona tan bien.
Un chico y una chica. Un amor que surge en un instante pero que perdura durante toda una década. Una relación que ni el tiempo ni la distancia pueden destruir. Que dura para siempre. O eso creen ellos.
Rune Kristiansen regresa de su Noruega natal a la tranquila ciudad de Blossom Grove en Georgia a los diecisiete. Esa es la ciudad en la que conoció a su amor de la infancia, Poppy Litchfield. Por ello, a su vuelta, solo tiene una cosa en mente, descubrir por qué su alma gemela, la chica que le prometió esperarle, cortó toda comunicación sin darle ninguna explicación. Hace dos años el silencio de Poppy le rompió el corazón y lo cambió para siempre. Descubrir la verdad le hará darse cuenta de que el dolor no ha terminado.
«La teoría de los archipiélagos viene a decir que todos somos islas, llegamos solos a este mundo y nos vamos exactamente igual, pero necesitamos tener otras islas alrededor para sentirnos felices en medio de ese mar que une tanto como separa. Yo siempre he pensado que sería una isla pequeñita, de esas en las que hay tres palmeras, una playa, dos rocas y poco más; me he sentido invisible durante gran parte de mi vida. Pero entonces apareciste tú, que sin duda serías una isla volcánica llena de grutas y flores. Y es la primera vez que me pregunto si dos islas pueden tocarse en la profundidad del océano, aunque nadie sea capaz de verlo. Si eso existe, si entre los corales y sedimentos y lo que sea que nos ancla en medio del mar hay un punto de unión, sin duda somos tú y yo. Y, si no es así, estamos tan cerca que estoy convencido de poder llegar nadando hasta ti».