Él ha crecido en un entorno en el que las tradiciones y unos valores anclados al pasado dictaminan su futuro.
Ella se siente tan perdida que le cuesta recordar quién es.
Cuando una casualidad hace que los pasos de Jun y Daniela se crucen en las calles de Londres, no imaginan que sus vidas se acabarán uniendo.
Porque hay encuentros fugaces que se convierten en comienzos.
Porque hay huellas en la nieve que no se pueden borrar y amores imposibles que, tal vez, y solo tal vez, duren para siempre.
A los veintidós, Sydney tiene una vida fantástica: está enamorada de su novio Hunter y comparte piso con su mejor amiga Tori. Pero todo cambia cuando descubre que él la engaña y debe tomar una decisión. Sydney se siente fascinada por su misterioso vecino Ridge. No puede dejar de escucharlo cuando toca la guitarra desde su balcón. Mientras, Ridge ve algo en Sydney que no puede ignorar.
Martina es profesora y se resiste a tener que comunicarse con las personas a través de una pantalla, algo que se está poniendo muy de moda en la España de los noventa. Los chats atraen a todo el mundo, pero, sin duda, comienzan a ser una gran fuente de problemas. Y justo eso es lo que se encuentra Martina cuando, animada por unos amigos, acepta que entre en su casa, en su salón y en su vida su primer ordenador. Chats, amigos, risas, noches interminables de diversión... Todo se vuelve idílico cuando una persona de ese nuevo mundo, a quien ni ha visto nunca ni conoce, llama su atención, y su sola presencia a través de la pantalla la atrae cada vez más. Sin embargo, de pronto alguien la persigue y acosa, y empieza a tener miedo, sobre todo porque no tiene manera de averiguar si pertenece a la vida real o a la virtual.