Susan Ryeland ha sido durante años la editora del excéntrico escritor superventas Alan Conway. Los lectores adoran al protagonista de su serie más famosa, el detective Atticus Pünd, que se dedica a resolver crímenes en la década de los cincuenta por pueblecitos ingleses aparentemente tranquilos.
Sin embargo, la última novela que ha entregado Conway, y a la que le faltan los últimos capítulos, no es como las demás y está a punto de cambiar la vida de Susan. Aunque en la narración hay cadáveres y una interesante lista de sospechosos, entre las páginas del manuscrito se esconde otra historia: una trama que se entrelaza con la vida real en la que los celos, las envidias, las ambiciones despiadadas y los asesinatos superan con creces a la ficción.
En Vivir con serenidad, Patri Psicóloga nos propone 365 prácticas para avanzar en el camino de la calma.
Elige un consejo al azar, practícalo, date tiempo y, cuando creas que se ha convertido en un hábito, ve por el siguiente. Aprende a vivir una vida de sosiego. Seguirás teniendo momentos de placer y de incomodidad, pero los afrontarás desde un estado más objetivo, menos intenso, más flow, más sereno. Y desde la serenidad todo se percibe en otra dimensión.
Harry Bosch, detective de la Policía de Los Ángeles, ha sido siempre un solitario.
Hijo de una prostituta asesinada, fue criado en orfanatos y quedó luego marcado por la dura experiencia de Vietnam. Ahora, un caso rutinario de muerte por sobredosis le devuelve a su pasado. La víctima, Billy Meadows, había servido en su misma unidad. Ambos eran "ratas de túnel", ambos combatieron en los túneles del Viet Cong y ambos habían experimentado el horror del "eco negro". Ahora Meadows está muerto, pero su rastro parece apuntar a un gran atraco bancario perpetrado a través de la red de túneles del alcantarillado.
Tras muchos años de trabajo y muchas sábanas revueltas en el ejercicio de amores desganados, el gran Charles Arrowby, famoso dramaturgo, director y figura destacada de las tablas londineses, decide retirarse de las candilejas para ir a un apartado rincón de la costa británica y escribir sus memorias.
Bree Camden está perdida y secretamente enamorada de su mejor amigo (y también estrella de fútbol americano) Nathan Donelson. Pero ese no es el único problema que tiene. Después de un accidente que pone fin a su sueño de ser bailarina, Bree se dedica a llevar su propia escuela de danza... mientras pueda pagar el alquiler, claro.
Cuando Nathan acude al rescate y compra el edificio en el que se encuentra su negocio, la orgullosa Bree no se lo toma del todo bien. Tras un par (bueno, quizá más) de chupitos de tequila, se va de la lengua delante de una periodista y el mundo entero termina creyendo que ella y Nathan están destinados. Con la superbowl a la vuelta de la esquina, estos dos «nada más que amigos» se ven obligados a fingir una relación ante las cámaras durante tres semanas. Tres semanas enteras.
El eco de un tiro en los despachos de Whitehall, el complejo administrativo cjue el gobierno británico posee en el centro de Londres, no anuncia tan solo la extraña muerte de un alto funcionario, sino también el principio de una sutil intriga. Kate y Octavian, jefe del departamento donde trabajaba el difunto, forman un matrimonio aparentemente feliz que alberga en su casa de Dorset a un extravagante grupo de personajes: un excéntrico tío que abandonó la India bajo sospecha, un atormentado amigo superviviente de Dachau, el abogado responsable del caso y amante platónico de Kate, hijos de distintos matrimonios, conocidos, visitantes ocasionales... Y todos ellos relacionados de un modo u otro con el muerto en una deliciosa comedia de errores, donde las sonrisas esconden a menudo pecados de mucha hondura. Sirviéndose de los clásicos elementos del thriller, en Amigos y amantes Iris Murdoch explora con maestría los temas que desde siempre le han preocupado: el amor, la amistad y la perversa frontera que separa el bien y el mal.