Memento Mori se constituye como una empresa puntera en servicios funerarios y construye sobre el antiguo tanatorio una pirámide que cambiará la faz de la ciudad. Todo en su interior está automatizado, en un alarde de modernidad sin límites.
Hasta que empiezan a suceder extrañas muertes...
Claudia ha sido la primera mujer tanatopractora del país y es una autoridad mundial en el ámbito funerario, aunque su profesión no le ha facilitado las relaciones personales. Firme defensora de la eutanasia, el hastagh #LaMuerteEsMía le servirá para orquestar una campaña de inesperadas consecuencias. Y lamentará que sus deseos se hayan hecho realidad…
Rita es una mujer espectacular acostumbrada a los retos, por eso, cuando le ofrecen la posibilidad de dirigir Memento Mori, se da cuenta de que tiene entre sus manos una oportunidad única para consolidar su posición estelar.
Jaime, el hijo del fiscal, un hombre que vive obsesionado con los trenes y el cosplay, es el director del nuevo tanatorio y cree que en el podrá llevar a cabo sus sueños secretos.
Regresa el autor de La sustancia del mal, con más de 300.000 lectores en 42 países, con un nuevo thriller que lo confirma como estrella de la novela negra europea, junto a Dazieri, Lemaitre y Dicker.
"Deberías leer La muerte de Erika Knapp, de Luca D'Andrea, antes de que hagan una serie sobre ella. [...] Hay hambre de terror italiano, en suma. Y nadie como D'AndreaY nadie como D'Andrea para saciarla."
Noel Ceballos, GQ
Tony Carcano lleva una vida aislada y monótona, en la que las únicas emociones que experimenta son las que describe en sus propios libros, unas novelas de amor que desde hace tiempo le proporcionan exito y bienestar. Sin embargo, Sibylle, una veinteañera imprudente y encantadora, irrumpe en su vida con una antigua foto que lo retrata joven y sonriente junto al cadáver de una mujer: Erika Knapp.
Stephen King sorprende y aterroriza una vez más al lector con su magistral don para destapar y exhibir la mitad más oscura del ser humano.
Cuando Thad Beaumont en pleno bloqueo creativo, después de que su novela Las súbitas bailarinas optara al Premio Nacional de Literatura y lo perdiera, decidió seguir los consejos de su mujer y publicar una serie de thrillers retorcidos y sangrientos bajo el pseudónimo de George Stark, no pensó, ni por asomo, que le sería tan difícil «deshacerse» de ese otro yo que, no se explicaba cómo, había dejado de ser ficticio.
Cuando el comisario Alan Pangborn aparece en su casa acusándole de un brutal asesinato, Thad trata de afirmar su inocencia, de asegurar que nada tiene que ver con todos esos monstruosos asesinatos cometidos tan cerca de su casa, ni con la retorcida mente que protagoniza sus novelas policíacas, ni con las llamadas de aquella voz que, obscena y susurrante, le pide al teléfono que se rinda. Pero, ¿cómo explicar que sus huellas ensangrentadas han aparecido por todas partes en la escena del crimen?