La acogida excepcional que, hace cinco años, obtuvo la compilación de los artículos aparecidos con el título El dardo en la palabra ha llevado a Fernando Lázaro Carreter a reunir en este volumen los publicados desde 1999 en el diario El País.
Con erudición y agudo sentido del humor, el eminente académico alerta acerca del desconocimiento de los recursos del propio idioma, tan recuente en cuantos gozan de vida pública, y el aluvión acrítico de términos nuevos innecesarios, que hacen peligrar la comunicación entre millones de hispanohablantes. Procurar la estabilidad del español es una labor que corresponde a todos los hablantes con una conciencia crítica. A ellos van destinados estos «dardos».
Estamos a principios de la primavera de 2016 en el castillo de Windsor, donde Isabel II ultima los preparativos de las celebraciones de su nonagésimo aniversario mientras saborea una matutina taza de té.
Pero el ambiente festivo se trunca de pronto cuando uno de sus invitados es hallado muerto en uno de los dormitorios de la residencia.
Todo parece indicar que el joven pianista ruso se ha ahorcado, pero un nudo mal hecho lleva al MI5 a sospechar que hay gato encerrado.
La reina deja la investigación en manos de los profesionales, hasta que las pesquisas apuntan hacia sus fieles sirvientes y decide tomar cartas en el asunto.
«Estimado lector, estimada lectora:
Aunque el uso habitual de un texto como éste es resumir las características de la obra, por una vez nos tomaremos la libertad de hacer una excepción a la norma establecida. No sólo porque el libro que tienes en tus manos es muy difícil de describir, sino porque estamos convencidos de que explicar su contenido estropearía la experiencia de la lectura. Creemos que es importante empezar esta novela sin saber de qué trata. No obstante, si decides embarcarte en la aventura, debes
saber que acompañarás a Bruno, un niño de nueve años,
cuando se muda con su familia a una casa junto a una
cerca. Cercas como ésa existen en muchos lugares
del mundo, sólo deseamos que no te encuentres nunca
con una. Por último, cabe aclarar que este libro no
es sólo para adultos; también lo pueden leer, y sería
recomendable que lo hicieran, niños a partir de los
trece años de edad. El editor»