Haley afronta su primer año de universidad, lejos de casa y todo lo que conoce, con una duda que está dispuesta a resolver: si realmente el amor es algo más que lo vivido hasta el momento. Pronto creerá estar cerca de encontrar la respuesta cuando su camino se cruce con el de un misterioso chico de ojos grises cuya mera presencia grita «problemas».
¿Merece la pena dejarse arrastrar por una atracción irresistible a pesar de que todos a su alrededor digan que es una mala idea? ¿Se puede luchar contra los demonios que persiguen al chico malo del campus o debería alejarse?
Al final, lo más difícil es determinar a qué corresponde de verdad la palabra «amor».
Después de un curso más que complicado, Haley y Jayden han conseguido encontrar luz en medio de la oscuridad en la amistad que los une. Las heridas aún no han cicatrizado y los miedos no han dejado de acechar; es por eso que, cuando el nuevo curso empieza, los dos se necesitan demasiado para permitir que nada ni nadie ponga en riesgo esa amistad, ni siquiera ellos mismos.
¿Se puede volver a amar con el alma rota? ¿Existe alguien capaz de querer y completar al otro a pesar de todas las cicatrices? Jayden nunca había conocido el amor. Haley una vez pensó que lo había encontrado, ciego y abrasador.
Ahora puede que los dos estén a tiempo de descubrir que la verdadera definición del amor… es otra cosa.
¿Se puede luchar contra lo que está destinado a suceder? ¿Cómo asumir que a veces no hay mayor maldición que conseguir lo que tanto deseas?
Isabelle Taylor y Sebastian Morton, el duque de Kensington, están atrapados por un contrato matrimonial acordado por sus familias desde que eran apenas unos niños.
Ella ha sido educada para conocer todo lo necesario para complacerle y convertirse en la esposa perfecta. En cambio él se ha limitado a aceptar esa imposición como al resto de cargas inherentes al título, sin tomarse la molestia de conocer a su prometida y sin darse ninguna prisa en llevarla al altar.
Pero Isabelle, a pesar de haber estado siempre enamorada de su prometido, está cansada de ser «la novia eterna» —como se la conoce en los corrillos y las páginas de cotilleos—, y tiene muy claro que no quiere convertirse en «la duquesa ignorada».
Sin embargo, ahora que quiere rebelarse contra el futuro que los demás han planeado para ella y buscar su propio camino, Sebastian no está dispuesto a ponérselo fácil, pues ha descubierto en su prometida un más que apetecible reto y a una mujer que le atrae y le fascina.
¿Conseguirá Isabelle aceptar el destino que otros han trazado para ella o se rebelará contra lo que se ha convertido en una pesada carga?
Lucy Hutton y Joshua Templeman se odian. No es que se caigan mal, que no se entiendan o que no tengan feeling, no… simple y llanamente se ODIAN. Sí, en MAYÚSCULAS.
Ambos comparten oficina en el gigante editorial Bexley & Gamin, y mientras Lucy es encantadora y servicial, viste de colores alegres y lleva los labios de un rojo chillón, Joshua es frío, eficiente y calculador, y viste una camisa concreta para cada día de la semana. Agua y aceite, vamos.
Cuando surge la gran oportunidad de promoción laboral para ambos, lo de Lucy y Joshua se convierte en una lucha sin cuartel. ¿Quién conseguirá el codiciado ascenso, convirtiéndose así en el jefe —y tortura segura— del otro?
Y mientras ellos afilan sus cuchillos, un pequeño incidente en el reducido espacio de un ascensor lo pondrá todo patas arriba...
Año 2033. Tras una guerra nuclear devastadora, amplias zonas del mundo han quedado sepultadas bajo escombros y cenizas debido a la radiación. También Moscú se ha transformado en una ciudad fantasma. Los supervivientes se han refugiado bajo tierra, en la red del metro. En cada una de las estaciones, convertidas en pequeñas ciudades Estado, sus habitantes se agrupan en torno a las más diversas ideologías, religiones o movidos por un único objetivo: impedir una invasión de las criaturas mutantes del exterior.
Artyom, un joven soldado, será elegido para penetrar en el corazón del Metro hasta la legendaria Polis y alertar a todos del peligro que acecha a la estación de la que procede, la VDNKh, y a toda la red metropolitana. De él dependerá el futuro de su hogar, del Metro y puede que de toda la humanidad.