¿Por qué tanto ensañamiento con el cinismo? Porque el cínico cometió el terrible pecado de señalar el idealismo con el dedo y gritar: «¡El rey va desnudo!». Desde entonces, los maestros de la filosofía los ignoran, los silencian, los tergiversan, los caricaturizan o directamente los descalifican para que su mensaje quede oculto. Platón defendió la existencia de un modelo eterno, perfecto e inmaterial de hombre al que debemos someternos. Pero Diógenes se ríe de esta teoría y busca por las calles de Atenas, con una linterna en pleno día, a ese hombre ideal. Platón define al ser humano como «un animal de dos pies y sin plumas», y los académicos que lo escuchan admiran su sabiduría. Mientras tanto Diógenes sale a la calle, toma un gallo, le quita las plumas, lo tira al suelo de la elitista escuela y le dice a Platón: «Aquí tienes a tu hombre». Este se niega a debatir con Diógenes y lo trata siempre de loco. A partir de ese momento, los idealistas siguen la actitud del maestro.
No me tapes el sol busca actualizar la filosofía cínica como salvavidas para subsistir con libertad, cordura y dignidad en un mundo pospandemia que parece navegar a la deriva.
Existe un lugar en el mundo, entre pastos verdes, ríos helados y calles empedradas, en el que el sol no sale mucho y, aun así, congrega a los habitantes más cálidos que puedas imaginar.
Allí vive Lilibeth, nuestra protagonista, que regenta la única escuela del pueblo. Adora a sus alumnos, bordar la ropa que compra con pequeñas flores, el te, cuidar su jardín y reunirse con sus seres queridos. Es una chica afable, dulce y risueña, o eso es lo que te diría cualquier vecino de Havenwish.
Cualquiera menos Blake, que llegó al pueblo hace poco y no tiene muy buena opinión sobre la maestra de su hija pequeña.
He aquí una de las novelas más importantes del siglo XX y una de las aventuras literarias más fascinantes de todos los tiempos. Millones de ejemplares de Cien años de soledad leídos en todas las lenguas y el Premio Nobel de Literatura coronando una obra que se había abierto paso "boca a boca" -como gustaba decir el escritor- son la más palpable demostración de que la aventura fabulosa de la familia Buendía-Iguarán, con sus milagros, fantasías, obsesiones, tragedias, incestos, adulterios, rebeldías, descubrimientos y condenas, representaba al mismo tiempo el mito y la historia, la tragedia y el amor del mundo entero.