Roma, otoño de 1542. Miguel Ángel se encuentra en el punto de mira de la Inquisición. Vive una profunda crisis religiosa y su amistad con Vittoria Colonna, la marquesa de Pescara, no ha pasado desapercibida. El jefe del Santo Oficio, el cardenal Gian Pietro Carafa, ha ordenado seguir a la dama para identificar el lugar donde se reúne la secta de los Espirituales, encabezada por Reginald Pole, que aboga por el retorno a la pureza evangélica en una ciudad donde la corrupción campa a sus anchas. Roma, que se ha convertido en una ciudad devorada por el vicio, será el cruel teatro en el que se crucen las vidas de Malasorte, la joven ladronzuela que ha recibido el encargo de espiar a los Espirituales, de Vittorio Corsini, el capitán de los esbirros de la ciudad, de Vittoria Colonna y del mismo Miguel Angel Buonarroti, el artista más genial de su tiempo.
En un Londres devastado por las bombas y que empieza a recuperarse de las terribles heridas de la Segunda Guerra Mundial, Juliet Ashton, una joven escritora en busca de inspiración novelesca, recibe la carta de un desconocido llamado Dawsey Adams. El hombre, que vive en la isla de Guernsey, un pequeño enclave en el canal de la Mancha, está leyendo un libro de Charles Lamb que había pertenecido con anterioridad a Juliet. ¿Cómo ha llegado ese ejemplar hasta Guernsey? ¿Por qué Dawsey decide ponerse en contacto con Juliet?
Dawsey es miembro del club de lectura La Sociedad Literaria del Pastel de Piel de Patata de Guernsey, creado en circunstancias difíciles durante la contienda, una rareza en tiempos de ocupación alemana. Cuando Juliet acepta la invitación de estos excéntricos lectores para visitar Guernsey, entiende que ellos y su increíble sociedad literaria serán los personajes de su nueva novela, y su vida dará un vuelco para siempre.
«Soy el comienzo de una consciencia totalmente nueva.» Estas palabras de Osho ponen de manifiesto hasta qué punto él concibe su filosofía como una ruptura con las distintas tradiciones del pensamiento occidental y oriental. Es el mismo espíritu con el que aborda la sexualidad: en primer lugar, presentándola no como un obstáculo para la elevación espiritual e incluso la iluminación sino, al contrario, como un regalo, expresión de unas energías biológicas y puerta al autoconocimiento; en segundo lugar, como realización del amor, elemento central de la existencia. El sexo es uno de los aspectos constitutivos del nuevo tipo de santo, Zorba el Buda, fusión inseparable de lo terreno y lo sublime. A partir de estos principios, Osho responde a las distintas cuestiones que plantea la sexualidad, desde la eyaculación precoz hasta el orgasmo, desde los celos hasta la diferencia entre sexos. La visión del sexo de Osho es, desde luego, enormemente crítica respecto a lo que enseñan muchas religiones, que la calificarían de pecaminosa, e incluso la moral dominante. Pero justamente es su audacia, junto a la alta calidad espiritual de su reflexión, lo que hace tan atractivo su pensamiento.