Agatha Raisin se lía la manta a la cabeza y decide marcharse de Londres para saborear las mieles de una jubilación anticipada en un tranquilo pueblo de los Cotswolds, donde no tarda en aburrirse como una ostra. Desplegar su talento para la alta cocina en el concurso gastronómico de la parroquia tendría que convertirla, por fuerza, en una celebridad. Sin embargo, al primer bocado de su exquisita quiche, el juez del concurso cae desplomado y Agatha se ve obligada a confesar la amarga verdad: la quiche letal era comprada. No hay más que una solución para que la perdonen: meterse en harina y desenmascarar ella misma al asesino.
Estamos en los años sesenta y Ken Kesey, el autor de "Alguien voló sobre el nido del cuco", ha reunido a su alrededor a los «bromistas», una desmadrada corte de jóvenes radicales embarcados en novísimos proyectos de vida. Recorren los Estados Unidos de costa a costa en un autobús que conduce Neal Cassady (el mítico Moriarty de En el camino, de Kerouac, amado por Allen Ginsberg y por algunos de los mejores espíritus de su generación), y celebran la vida, el éxtasis orgiástico, las drogas que abren las puertas de la percepción. Y tienen a las fuerzas del orden y al F.B.I. en los talones... La utilización de monólogos interiores, diálogos y múltiples puntos de vista, recursos todos ellos provenientes de la literatura de ficción, combinados con técnicas propias del periodismo, como la investigación exhaustiva, las entrevistas minuciosas, el gusto por «la exclusiva» y un ojo agudísimo para el detalle revelador, dan como resultado este espléndido "Ponche de ácido lisérgico".
En una sociedad en la que se ha ido abandonando poco a poco la educación sentimental para convertir en auténticos valores el dinero, la competitividad, la vida acelerada y el bombardeo de las redes sociales y la pantalla, el doctor Enrique Rojas pone el foco de atención en uno de los principales problemas: cómo lograr el equilibrio emocional.