Una apasionante historia de ideales y amor que muestra un magnífico retrato de la sociedad medieval del siglo XII.
Ducado de Alta Lorena, 1187. Tras la muerte de su padre, el joven mercader de sal Michel de Fleury se hace cargo de los negocios familiares. Son tiempos difíciles para los comerciantes, ya que la avaricia del clero y el despotismo de la nobleza gravan con abusivos impuestos a los mercaderes y sumen al pueblo en la miseria.
Es entonces cuando el carismático Michel decide desafiar a los poderosos para cambiar las opresivas leyes del comercio y abanderar las ansias de libertad de un pueblo. Sus medidas, revolucionarias para la época, lo envuelven en una mezquina lucha de poderes. Así que, cuando propone construir un puente alternativo para evitar las tasas de los señores feudales, sus enemigos harán todo lo posible por derrotarlo, hasta el punto que verá peligrar su vida y la de la mujer a la que ama...
Cuanto más cruenta y violenta es una noticia, más llama la atención de la gente: «La sangre manda». Así reza la máxima periodística que hará que Holly Gibney, la detective a la que Bill Hodges legó su agencia Finders Keepers, y uno de los personajes más queridos por los fans de Stephen King, se interese por la matanza en el instituto Albert Macready y acabe enganchada a las noticias. En esta ocasión deberá luchar contra lo que más teme..., y esta vez sola.
Si bien Holly, que ya apareció en la trilogía «Bill Hodges» y en El visitante, protagoniza su primer gran caso en solitario en el relato que da título a este volumen, tres historias más forman este libro. En «El teléfono del señor Harrigan» una amistad entre dos personas de edades muy diferentes perdura de manera más que inquietante. «La vida de Chuck» nos ofrece una hermosa reflexión acerca de la existencia de cada uno de nosotros. Y en «La rata» un escritor desesperado se enfrenta al lado más oscuro de la ambición.
Cuatro relatos en los que Stephen King sorprende nuevamente a los lectores y los conduce a lugares intrigantes a la vez que sobrecogedores.
Poco antes de morir, el escritor y fabricante de tejidos Joseph Langhorne encuentra la forma de distraer a su hijo enfermo: leerle historias que se representan tras la ventana de su dormitorio, la única con vistas a cualquier parte del mundo. Sin embargo, uno de esos cuentos parece esconder una advertencia, el anuncio de que algún día llegará alguien que lo cambiará todo.
Veinticinco años más tarde, William Langhorne cree que por fin se ha cumplido el presagio de su padre cuando conoce al sastre Barros Scaramuzzelli. Con su aparición, el pueblo de Tonleystone se expone a la apertura de una sastrería y a la irrupción de la alta costura, un reclamo repentino en una sociedad rural cuyas vidas se verán de pronto amenazadas.
Cal Donovan, eminente profesor de Historia de las religiones y Arqueología en Harvard, es llamado con urgencia al Vaticano. Debe dar su opinión sobre el misterioso caso de un sacerdote que sufre los estigmas de la crucifixión y afirma tener visiones místicas. Donovan comprueba asombrado que las heridas del religioso son reales y que se parecen a las infligidas a Jesús en la cruz.
La situación se convierte en preocupante cuando el clérigo es secuestrado y Donovan descubre que él no es el único interesado en este supuesto milagro. ¿Por qué una misteriosa sociedad trata desesperadamente de averiguar la clave de los estigmas? La respuesta es un secreto milenario y será una verdadera bomba de relojería si cae en las manos equivocadas.
La última novela de George March es un gran éxito, y nadie se enorgullece tanto de ello como su devota esposa, la señora March, que lleva una vida exquisitamente ordenada en el Upper East Side. Una mañana cualquiera, mientras se dispone a comprar el pan de aceitunas en su pastelería favorita, la dependienta insinúa que la protagonista del nuevo libro de George parece inspirada en ella. Este comentario casual le arrebata la certeza de saberlo todo sobre su marido —y sobre ella misma—. Así empieza un viaje alucinado y alucinante que puede desvelar un asesinato y secretos sepultados durante demasiado tiempo.
La fama de la desapacible Kimberly Clark Weymouth, una pequeña ciudad eternamente aquejada por heladas ventiscas y mucha nieve, y donde Louise Feldman ambientó el clásico infantil La señora Potter no es exactamente Santa Claus, permitió a Randal Peltzer abrir una exitosa tienda de souvenirs. Cada día, la ciudad recibe a lectores de la excéntrica escritora y, a regañadientes, vive de ella. Pero ¿qué pasaría si, harto de un destino que no ha elegido, Billy, hijo de Randal, decidiese cerrar la tienda para mudarse a otra ciudad? ¿Podría Kimberly Clark Weymouth permitirse dejar de ser el lugar que ha sido siempre y convertirse en otra cosa? Bajo la exuberante prosa y la imaginación sin límites de Laura Fernández, se esconde una sólida historia sobre la maternidad, la creación y la renuncia, el arte como refugio y la soledad del incomprendido, en este cruce entre una novela de Roald Dahl para adultos y unalocado y digresivo T.C. Boyle que hubiera leído más de la cuenta a Joy Williams. La señora Potter no es exactamente Santa Claus pretende hacer saltar por los aires la sola idea de la existencia del relato, o del relato único de aquello que somos, porque si algo somos es una infinidad de posibilidades.