Este libro trata sobre seres humanos que dicen haber sido pájaros y peces en vidas pasadas, meditadores que describen cómo dieron el paso de la vida a la no-muerte, pensadores convencidos de que, si entrenamos la mirada del alma y la orientamos hacia dentro, recordaremos nuestro origen divino. Relacionando el modo de vida que nos plantea el budismo antiguo y la ascesis esbozada en los Yogasūtra de Patañjali, sale a la luz la importancia de la memoria corporal del practicante.
La autora revisa algunos aforismos «budistas» del yoga de Patañjali, y también el legado budista que reflejan algunos de los comentarios que acompañan a los aforismos. Otros temas igual de importantes son abordados con lucidez: la memoria de vidas pasadas, el trance meditativo, y la relación del practicante con su propio cuerpo, con la felicidad o con el suicidio.
El camino que hemos emprendido se vuelve sinuoso, escabroso y empinado. Quisiéramos encontrar una sombra para protegernos del sol que quema y divisar un pequeño arroyuelo donde saciar nuestra sed. Seguimos caminando, muchas veces creyendo que nadie nos acompaña, que andamos solos. Pensamos que no encontraremos una ruta mas cómoda para andar y seguimos abriendo trocha mientras caminamos. De repente , divisamos un claro, un hermoso valle llano, colorido y atractivo. Unos pasos mas adelante, nuestros pies se topan con una inscripción: Esta es tu porción aquí esta tu herencia, y con letras perfectamente trazadas dice Dios: Yo soy tu herencia y tu copa.
La vida esta llena de desafíos, pero cuando abrimos la conciencia y permitimos al Señor dirigir nuestra existencia, somos capaces de discernir lo que es adecuado para nosotros. Lejos de creer que la vida es como una obra de ficción, sabremos dar un sentido pleno a las cosas. Como esta escrito en el libro: El sentido de cada vida se genera o nace de lo mas intimo y, por medio de la madurez, fortaleza y una fuerte relación con el Espíritu Santo lo vamos evidenciando paso a paso hasta lograr que todos los aspectos de nuestra existencia se solidifiquen.
Los 4 mandamientos para una vida exitosa y abundante es un manual de superación, desarrollo y excelencia más conciso, práctico y efectivo que usted leerá alguna vez.
El nombre egipcio original del Libro de los muertos era Libro de la salida al día o Libro de la emergencia a la luz y los egiptólogos coinciden en que se trata de un texto funerario que se utilizó desde el comienzo del Imperio nuevo (1540 a.C) hasta el 60 a.C. La obra recoge una serie de sortilegios mágicos destinados a ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris, asistirlos en su viaje a través de la Duat, el inframundo, y viajar al Aaru, en la otra vida. El libro de los muertos, que se introducía en el sárcofago o cámara sepulcral del fallecido, forma parte de una serie de textos funerarios cuyo origen se sitúa en los Textos de las pirámides y Textos de los sarcófagos, escritos en muros de tumbas o ataúdes y no utilizando papiros. Algunos de los conjuros del Libro de los muertos proceden de esos textos antiguos (III milenio a.C) y otros se compusieron más tarde y corresponden al llamado Tercer periodo intermedio (siglos XI-VII a.C). No existía un único y canónico Libro de los muertos, los papiros que han llegado hasta nosotros contienen una variada selección de textos religiosos y mágicos y difieren notablemente en sus ilustraciones. Algunas personas encargaban sus propias copias del libro, quizá con una selección de los sortilegios que consideraban más importantes para su propia progresión en la otra vida. La obra fue comúnmente escrita con jeroglíficos o escritura hierática sobre rollos de papiro y a menudo se ilustraba con viñetas que representan al difunto y su viaje al más allá. Respecto a los sortilegios, a día de hoy se conocen 192 con una gran cantidad de propósitos, aunque ningún manuscrito individual los contiene todos. Algunos sirven para dar al fallecido conocimientos místicos en el más allá o identificarlo con los dioses, como el conjuro diecisiete, una extensa descripción del dios Atum. Otros encantamientos buscan garantizar que se preserven todas las partes del cuerpo del fallecido, otorgarle el control sobre el nuevo mundo que se abre ante él o protegerle de fuerzas hostiles. Los más famosos se refieren al juicio de Osiris en el ritual del Pesado del Corazón.