Dios creó al hombre para ser señor y regente de toda
la creación, el diseño original no lleva esclavitudes,
sugiero esclavitud de ningún tipo, por esta razón las
miserias nunca han sido aceptadas por el hombre,
la lucha existe por la intención de recuperar todo lo
perdido en su caída.
El ser humano lucha por la salud, la vida, la prosperidad,
alcanzar algún nivel de bienestar.
El éxito es superación, es elevarse sobre muchos y
superar adversidades, es crecer y resplandecer y sobre
todo hacer la voluntad de Dios.
El Dr. Williams Medrano en la presente obra nos plantea
de manera pedagógica, con sus propias vivencias, que
se puede ser más que nuestros patrones sociales y
familiares, que se puede crecer por encima de lo que los
demás esperan, que el éxito espera por los visionarios,
que el fracaso es para los que no sueñan ni tienen
visión.
Al leer la propuesta de este libro me di cuenta que el
éxito no es una herencia, solo se conquista a sangre,
fuego, lágrimas y sudor, bajo el poder y la gracia de Dios;
que el modelo familiar es imprescindible para los que
quieran heredar sueños y valores que te darán éxitos
en todas las áreas de la vida; que nuestro propósito
debe ser cumplir el plan y diseño de Dios para nuestra
vida.
«En el principio existía el verbo». Esta frase, con la que comienza el Evangelio según San Juan, es clave en las enseñanzas de la Iglesia cristiana y ha sido determinante para el arte, la literatura y el lenguaje occidentales.
Sin embargo, en los años posteriores a la muerte de Cristo no hubo ni una sola palabra, ni consenso alguno sobre quién era Jesús o por qué había sido importante. Hubo muchos Jesuses diferentes, entre ellos uno agresivo que despreciaba a sus padres y paralizaba a quienes se le oponían, otro que vendió a su gemelo como esclavo y alguno más que hizo crucificar a alguien en su lugar.
¿Por qué sabemos tan poco acerca de estas primeras versiones de Jesús? Porque, a partir del siglo IV d.C., la forma ortodoxa de cristianismo que se había vuelto preeminente se dedicó a eliminar sistemáticamente cualquier otra variación, denunciando sus evangelios como apócrifos y a sus seguidores como herejes. Estos desafortunados cristianos perdieron sus derechos, sus propiedades, sus iglesias y, no pocas veces, incluso sus vidas. En Herejía, Catherine Nixey recupera esas extraordinarias historias de contingencia, azar y pluralidad.
Al contrario que los demás tomos, que siguen una línea cronológica, Deschner se centra en este en crímenes concretos, que divide en los siguientes grupos:
El sistema de falsificaciones cristiano.
El engaño de los milagros y las reliquias.
La economía de las peregrinaciones.
Oscurantismo y ruina de la educación de la Antigüedad.
Destrucción de libros por los cristianos y destrucción del paganismo.
El mantenimiento y consolidación de la esclavitud.
Falsa enseñanza social y real política social de la iglesia.
Aparecieron los primeros grandes doctores de la Iglesia, y los santos, en contra de todas las pasiones humanas, realizaron una serie de ejercicios mentales dignos de todo encomio que han entrado a formar parte tanto de la historia de la fe como de la historia del pensamiento [...]”. Sin embargo, cabe puntualizar que esto no se produjo en contra de todas las pasiones humanas sino en buena medida por ellas, pues quien se toma en serio el espíritu no puede creer que uno sea dos o tres o que tres sea igual a uno. La teología cristiana llama a esto suprarracional y no contrarracional o irracional. Lo llama misterio, no absurdo. Y al haber entre el cielo y la tierra tantas cosas que nuestra filosofía escolástica ni se imagina, no es necesario tomar por verdadero todo lo que se ha imaginado, ni hace falta tomar el mayor de los absurdos por cierto y considerarlo un gran misterio. “Si Dios —dice Diderot—, por quien tenemos la razón, exige sacrificar la razón, es un prestidigitador que hace desaparecer lo que acaba de dar.
Tras 16 años de estudio previo, se editó este primer tomo, que trata la historia desde la aparición y la extensión del cristianismo, hasta su elevación a religión del Estado. El libro comienza con una visión del Antiguo Testamento. Deschner describe la invasión de los israelitas, tras la pérdida de poder de Egipto en Palestina durante los siglos XIV y XIII a.C. y la destrucción del sistema de ciudades estado cananitas. Esta introducción, que no afecta directamente al cristianismo, sino al antiguo judaísmo, presenta la contradicción entre las reivindicaciones religiosas y la violencia política: Deschner ve en ello el origen de una tradición de guerra santa que más tarde provocará innumerables asesinatos en masa en nombre del Dios de Israel. Describe las muchas penas de muerte previstas en la Torah para delitos religiosos, la política de conquistas del Rey David, el poder y la corrupción de los sacerdotes y finalmente el sometimiento y la destrucción de Israel en época romana. El éxito del cristianismo en el Imperio romano sólo fue posible gracias a dicha destrucción, ya que así los cristianos podían considerarse como el «Israel auténtico de Dios».
La historia del cristianismo interesa al lector católico, pues es su historia de familia; pero debe interesar también a cualquier persona culta, porque constituye una parte esencial de la historia de la humanidad en los dos últimos milenios. El autor encuadra esa historia en el contexto histórico general, teniendo presente el momento social, cultural y político en que vivieron los cristianos en cada época, hasta nuestros días.