Acaso no vivamos, en sentido estricto, en la sociedad del espectáculo ni en la cultura del simulacro. Tampoco, sin más, en la era, descrita por Walter Benjamin, en que la obra de arte genera toda una masa de reproducciones. Lo propio de nuestra época no es la multiplicación de las copias de una imagen dada, sino del número de imágenes diversas que cualquiera es capaz de tomar y almacenar, sin necesidad de talento, de atención ni apenas de gasto.
Es la historia más vieja del mundo: la de un desastre medioambiental y una tecnología que nos salva. La hemos repetido como un mantra desde el principio de los tiempos porque hasta ahora se ha revelado cierta; somos el animal más peligroso de la sabana, hemos vencido a las bestias, a las tormentas y a la enfermedad. Pero la estrategia evolutiva que nos ha mantenido vivos desde el principio de la misma vida nos empuja ahora al borde de la extinción. Estamos tan atrapados que ya nos parece inevitable.
No es un problema técnico. Hay soluciones a nuestro alcance para frenar el calentamiento global. Pero las grandes tecnologías de nuestro tiempo no pueden ayudarnos a gestionar la crisis climática, porque no están diseñadas para ello, sino para gestionarnos a nosotros durante la crisis climática. Este libro habla de las estrategias de acción ciudadana para hacer frente a la aceleración del feudalismo climático y el capitalismo desastre. Un nuevo relato antiapocalíptico para construir un futuro esperanzador.
Un ensayo para pensar el futuro de la cultura y cómo esta puede cambiar el mundo.
En pocos momentos como en el actual, la cultura ha gozado de tanto crecimiento como de tan mala consideración o indiferencia. Parece que ha sido relegada a un mero acto de consumo, en vez de ser un espacio de creación de lazos y comunidad. Por este motivo, y dada la urgencia, nace este libro: para repensar la cultura y hacerla nuestra, aceptando todas sus dimensiones, incluso aquellas que hemos olvidado. Debemos resituarnos frente a ella no solo posicionándonos como consumidores, sino como agentes que la potencian en los espacios cotidianos, y así volver a interpelarnos y compartirla con aquellos que nos rodean.
Cultura ingobernable parte de las nociones históricas sobre la cultura para llegar a una concepción transversal y amplia en la que trabajar todos juntos para fortalecer el tejido social. El fenómeno cultural no constituye nada extraordinario ni necesariamente privado o ligado al tiempo de ocio exclusivamente; sus diversas manifestaciones han de estar vinculadas a la cotidianidad y deben ser un proyecto colectivo; una práctica inacabada, pero también inagotable.
Las «terapias de conversión» son esas prácticas pseudocientíficas -inútiles pero altamente peligrosas- que se han perpetrado en nuestro país desde distintas instancias, con la intención de engañar sobre la posibilidad de modificar o suprimir la expresión e identidad de género o la orientación sexual de las personas.
El libro desvela la incidencia real de este fenómeno en España y la identidad de los perpetradores de estas terapias, así como sus redes de apoyo transnacional; da voz a las víctimas y denuncia la responsabilidad de las instituciones por su pasividad y negligencia y de los medios de comunicación, centrados en el amarillismo y en la búsqueda de titulares. También examina la situación legal de los afectados, las vías de lucha contra la impunidad y la razón por la que estas terapias no se han investigado hasta ahora.
«De joven fui de izquierdas, pero luego maduré» es la frase en la que Toni Cantó plasma la profunda desilusión de un verdadero converso. A través de un repaso de su propia biografía -su paso época como modelo profesional, la movida madrileña, su exitosa carrera de actor y presentador de televisión, sus inicios como diputado y su actual actividad en la política-, el autor analiza el camino vital e intelectual que lo ha llevado desde la izquierda a la derecha. El resultado es este libro, sincero y no menos polémico, con el que muchos se sentirán identificados, y que trata temas como la justificación de la violencia, la censura, la superioridad moral, el nacionalismo y la cursilería en política. Sin medias tintas, estas memorias son un verdadero aporte para la discusión y una defensa de los valores de la libertad.
«En mi habitación pegué un póster del Che Guevara. Y en el radiocasete ponía a Lluís Llach y cantaba los coros de L'estaca. Miraba mal a los curas y a las monjas. Hablaba de la sanidad cubana y del arte ruso sin conocerlos... El capitalismo era el infierno y Estados Unidos, el demonio; pero yo quería un walkman, el Levis de etiqueta roja y soñaba con visitar algún día Nueva York».
D.N. McCloskey, acompañada en esta ocasión por A. Carden, desarrolla en Déjame solo y te haré rico una línea argumental y teórica que va a contracorriente del discurso hegemónico de izquierdas, pero también de ciertos sectores melancólicos de la derecha.
Para los autores el (neo)liberalismo no es el ogro que pintan sus detractores, sino más bien lo contrario: defienden con ardor y mucho ingenio que el acuerdo burgués está a la base del asombroso crecimiento de la riqueza que han experimentado en los últimos siglos los países que lo han suscrito.
En las antípodas de los vaticinios apocalípticos que inundan las redes y el establishment académico, el libro constata, con profusión de datos, que este crecimiento de la riqueza no ha beneficiado solo a unos pocos, sino a una gran mayoría, y justamente con más intensidad a los antaño más desfavorecidos.
Si vence a sus antagonistas ideológicos, esto es, el burocratismo, el socialismo y el populismo, el acuerdo burgués, sustentado sobre el innovismo y la libertad, permite augurar un futuro más rico e igualitario en el que hacer frente a los desafíos globales, como el cambio climático, que al hombre le salgan al paso.