El hormigón encarna la lógica capitalista. Es el lado concreto de la abstracción mercantil. Como ella, anula todas las diferencias y es más o menos siempre lo mismo. Producido de forma industrial y en cantidades astronómicas, con consecuencias ecológicas y sanitarias desastrosas, ha extendido su dominio por el mundo entero, asesinando las arquitecturas tradicionales y homogeneizando todos los lugares con su presencia.
Monotonía del material, monotonía de las construcciones que se edifican en serie conforme a algunos modelos básicos de duración muy limitada, tal como establece el reinado de la obsolescencia programada. Al transformar definitivamente la edificación en mercancía, este material contribuye a crear un mundo en el que ya no nos encontramos a nosotros mismos. Por eso había que rastrear su historia; recordar los designios de sus numerosos paladines —de todas las tendencias ideológicas— y las reservas de sus pocos detractores; denunciar las catástrofes que provoca en tantos ámbitos; poner de manifiesto el papel que ha desempeñado en la pérdida de ciertas destrezas y en el declive de la artesanía; y en último término, demostrar cómo dicho material se inscribe en la lógica del valor y del trabajo abstracto. Esta implacable crítica del hormigón, ilustrada con abundantes ejemplos, es también —y quizá sobre todo— la crítica de la arquitectura moderna y del urbanismo contemporáneo.
Durante demasiados años los españoles hemos vivido sintiéndonos extranjeros en nuestra propia casa, en un cruel exiliointerior y sin la sensación de tener un país bajo nuestros pies. Últimamente hablar de España, de patria o de nación se asocia a ideas conservadoras, derechistas y retrógradas, pero no siempre fue así. Hubo una época en la que gritar «¡Viva España!» sirvió para derrocar reyes, expulsar ejércitos imperiales, redactar una de las primeras constituciones liberales de la historia y avanzar en derechos democráticos. Es hora de recuperar ese patriotismo decente y popular. Porque el verdadero patriotismo no se viste de banderas ni se practica odiando al diferente.
Patria digna es un recorrido didáctico y accesible por la historia popular de nuestro país y una invitación a construir entre todos y todas un orgullo nacional progresista que durante décadas se nos ha negado.
No es un libro más sobre el cambio climático, es un libro que revela lo que hay en los márgenes de las cumbres del clima, aquello que impide que se avance en la lucha contra el cambio climático.
Las ciudades contemporáneas sufren un proceso de homogeneización y mercantilización que está acabando con las particularidades y con la vida cotidiana que en ellas se ha desarrollado durante siglos. En este recorrido por la ciudad y sus grietas, Lurdes Martínez nos acerca, en un registro entre lo poético y lo analítico, nuevas formas de acercarnos al espacio urbano.
En nuestro mundo radicalmente artificial, sólo los animales, al recordarnos lo que fue la naturaleza, tal vez nos permitan recordar nuestra propia humanidad. Pero, ¿sabremos y querremos vivir con ellos? Porque el sacrificio masivo de animales, considerados meros elementos de "producción animal", les inflige un terror y un sufrimiento insoportables.
¿Qué es la ganadería? ¿Qué le diferencia de la "producción animal"? ¿Qué lugar ocupa la muerte en el trabajo con animales? ¿Podemos mejorar su suerte en los sistemas industriales? ¿Debemos "liberar a los animales", como proponen algunos filósofos?
La fundadora del Club de Malasmadres habla en primera persona de la lucha diaria de cientos de miles de mujeres por la conciliación.
Este es un relato de renuncia: la historia de una Malamadre que tuvo que dejar de lado su carrera profesional al tener a su primera hija. Lo más normal del mundo, ¿verdad? Pues no, ni es normal ni es justo y en estas páginas descubrirás por qué.
Laura Baena Fernández, fundadora del Club de Malasmadres, parte de su propia experiencia para ahondar en una realidad invisibilizada aunque afecte a cientos de miles de mujeres en nuestro país: cómo ser madre acaba penalizándolas tanto a nivel laboral como personal. Valiéndose de la colaboración de su compañera de lucha, la socióloga Maite Egoscozabal, y de la voz de muchas mujeres reconocidas o anónimas, la autora nos abre los ojos ante nuestras creencias sesgadas sobre maternidad, invitándonos a reflexionar y a reaccionar. Todo ello para impulsar una revolución cultural que rompa con el silencio de las madres sobre sus vivencias y genere un cambio social real.
Porque solo destapando las renuncias de las mujeres, que parecen elegidas pero no lo son, se podrá poner fin a la desigualdad y conseguir que las legítimas reivindicaciones por las que aboga este libro se conviertan en la realidad de las generaciones futuras.