En Los intrusos, Carlos Manuel Álvarez se sumerge en la reciente protesta organizada en La Habana por el Movimiento San Isidro, que reunió a más de doscientos artistas, intelectuales y activistas cubanos. En noviembre de 2020, el régimen de la isla encarceló al rapero Denis Solís, lo que generó un acuartelamiento pacífico, respuesta cívica inédita que parece haber cambiado de modo irreversible el mapa político sentimental del país.
Mezcla de reportaje, testimonio, perfil y memoria, el libro retrata las vidas de los participantes en este evento y también la experiencia íntima del autor con la Stasi cubana como parte de la vorágine social compartida por aquel grupo disidente. A la vez, explora algunas categorías muy pertinentes en la isla: revolución, dictadura, lenguaje y totalitarismo.
El castrismo se entiende aquí no solo como una expresión de poder autoritario, sino también como un hábito, una cultura, una doctrina que configura emocional e intelectualmente. «Quiero creer que el libro propone una estética de la militancia en el riesgo», ha dicho el autor, al tiempo que plantea una reflexión sobre el rol del periodismo, la escritura y el arte.
Alfonso Berardinelli, agitador cultural e indómito relator de la realidad social de nuestro tiempo, afila su pluma para desvelar el engaño de la política de masas y la degradación de Europa, cuya cultura se desvanece entre el ruido de los rumores y las fake news que mueven el mundo. Italia es el embrión de esta Europa ahogada por un pensamiento único.
Apartada del mundo exterior, en la celda donde cumple condena por la difusión de «simbología extremista», Daria Serenko comienza a escribir este libro dos semanas antes del 24 de febrero de 2022, fecha oficial del inicio de la invasión rusa de Ucrania. Aislada, apenas adivina la guerra inminente por el clima que se respira y por fragmentos de conversaciones interceptados a los funcionarios. Queda en libertad un día antes del comienzo de los ataques y abandonará Rusia pocos días después. «Deseo cenizas para mi casa». Un título brutal, atronador, un golpe de furia y fiereza para un texto que comienza con la cotidianeidad en un centro de detención y que enseguida alza el vuelo y se transforma en un portentoso libro sobre la guerra y la resistencia; sobre la escritura y el ego; sobre el paso de ser una activista feminista a una antimilitarista; sobre la instrumentalización de la muerte; sobre el exilio y la identidad; sobre la lengua; sobre la necesidad de descolonizar la mente y los valores; sobre la educación heredada generación tras generación y las consecuencias del carácter colonizador y opresor de Rusia; sobre la importancia de matar al padre y, por extensión, a la patria y al Estado, a lo que siempre consideraste tu hogar; sobre la culpa, la vergüenza y la responsabilidad política y social. Testimonios, cuentos, entrevistas imaginarias, sátiras hiperbólicas, listas y poemas... Todos los géneros y registros de voz se entrelazan en un caleidoscopio breve pero abrumador para componer una condena contundente y, a la vez, poética de la política represora de Putin y de los devastadores efectos de la guerra.
El realismo político no es una doctrina en sentido estricto, sino una perspectiva que cada época hace suya y remodela: el mundo griego con Tucídides, Maquiavelo en el Renacimiento, Hobbes en un nuevo modelo racionalista, hasta llegar a Hegel, Marx, Nietzsche, Weber o Schmitt. Su primera enseñanza es que hay que ver a los actores dentro de un campo de tensiones e intereses en el que son fuertes o débiles, vencedores o vencidos. Mantener los peligros del mundo a raya requiere diagnósticos articulados y estrategias de amplio alcance, siendo conscientes de que, puesto ante el umbral extremo de la irracionalidad humana como se expresa también en nuestro tiempo, incluso el realismo está destinado a quedarse sin argumentos.
Los medios de comunicación, con Internet a la cabeza, han ido ampliando su área de influencia y homogeneizando de manera drástica los relatos a través de los que dotamos de sentido al mundo, más allá de la esfera estrictamente mediática. Este fenómeno de contagio se extiende a territorios diversos, desde lo privado y lo íntimo a lo político, lo cultural o lo artístico, en forma de cuasi monopolio discursivo. Del "Big Brother" al "Big Data", este libro podría definirse como un análisis del inconsciente mediático y sus efectos políticos en una sociedad articulada cada vez más en torno a la lógica del "entertainment".
Hay que comprender las relaciones entre los residentes en la ciudad que, con sus acciones, de manera colectiva o individual, conducen al resultado final, a la fábrica urbana, a su funcionamiento. Las aportaciones de Weber, Bourdieu, Elias o el geógrafo Di Méo ayudan al autor a construir una lectura de las sociedades en el espacio.