La pandemia ha sumido a países como España en una profunda crisis que exige reconstruir las bases de nuestro modelo económico. Pero, al mismo tiempo, la alarma sanitaria ha permitido en un año avances tecnológicos que sin ella hubiéramos necesitado más de un lustro en conseguir.
Los autores de este libro, Iñaki Ortega y José María de la Torre, un tecnólogo y un economista, apuestan por la tecnología como la palanca de reconstrucción de los países a los que la COVID-19 ha situado en una recesión económica y social inédita.
Para ello, defienden las bondades y las potencialidades de la disrupción tecnológica y proponen una serie de herramientas para la recuperación. Emprendimiento, agilidad, innovación abierta, sostenibilidad, propósito, ética y mucha capacitación son algunas de las claves mencionadas.
La buena tecnología es un alegato a favor de los grandes avances que ha traído y puede seguir trayendo la innovación de la mano del talento de las personas y el impulso de aquellos territorios que sepan apalancarse en ella.
Cuestionarse el derecho a opinar en pleno siglo XXI y asumir que una parte de la población se crea con derecho de callar otra es un peligro. El diálogo, incluso entre posiciones opuestas, es la base de cualquier convivencia democrática, algo que parece olvidarse en un entorno social y cultural en el que abundan las verdades absolutas. ¿Hay que seguir viendo Lo que el viento se llevó, o la eliminamos de todas las filmotecas por racista? ¿Es Lolita una obra maestra de la literatura o prohibimos a Navokov por pedófilo? ¿Perseguimos a J.K. Rowling, autora de Harry Potter, por su opinión sobre lo que es una mujer? ¿Quemamos los cómics de Tintín en aras de una defensa a los pueblos colonizados por los europeos? ¿Debe censurarse una atracción de Blancanieves en un parque temático porque recibe un beso no consensuado del príncipe? ¿Puede un cocinero blanco cocinar un guiso chino o es apropiación cultural? ¿Merece un análisis la obra de Dostoievski o censuramos todo lo procedente de Rusia? ¿Pueden los actores interpretar a personajes que no sean de su misma raza y condición sexual? ¿Impedimos la lectura de Las aventuras de Tom Sawyer porque utiliza la palabra negro' a pesar de que Twain fue un defensor de la igualdad racial? La tradición artística, literaria y cinematográfica, la política, la historia ¿Deberían poder ser analizadas en su contexto? y ¿Quién tiene el poder para decidirlo? Nos jugamos mucho al elegir entre la libertad de expresión, la creatividad o la censura. También en aceptar quién puede establecer esos criterios, hoy manejados por ese poder sin nombre que son las RRSS. Porque de prohibiciones y de acoso a quien se cuestiona lo que se conoce como Pensamiento Woke, va la Cultura de la Cancelación.
Cómo la tecnología digital -desde los homenajes en Facebook hasta los códigos QR en las lápidas- está cambiando nuestra relación con la muerte.
La sociedad moderna suele ocultar la muerte, como si fuera un defecto de carácter y no un hecho ineludible. Sin embargo, vivimos constantemente rodeados de muertos. Relegada lejos de nuestra vida cotidiana, medicalizada, expurgada de nuestras vidas, la experiencia de morir experimenta ahora una situación paradójica, ya que las imágenes y las palabras de los seres queridos fallecidos regresan e irrumpen de repente en las pantallas de nuestros teléfonos. Morimos, pero seguimos existiendo en la presencia de nuestras vidas online pasadas que no pueden ser erradicadas: los fantasmas digitales 'huellas electrónicas de los muertos' aparecen cuando hacemos clic.
Por primera vez en España, una administración abrió en 2021 un procedimiento sancionador a una psicóloga sevillana bajo la acusación de promover terapias de conversión para personas trans. Le ocurrió a Carola López Moya, después de haber sufrido una auténtica cacería de varias organizaciones que la denunciaron ante la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía, por unos tweets en los que afirmaba que «las mujeres trans son varones» o que «las cirugías de reasignación de sexo son un negocio que se lucra del malestar que produce el género».
Finalmente, la Junta archivó el expediente, ya que consideró que las opiniones de la psicóloga no constituían una infracción administrativa penada con multas de entre 60.000 y 120.000 euros, o incluso con la inhabilitación temporal. Pero esto le sirvió a Carola López para aprender cómo funcionan las campañas de acoso del transactivismo y las estrategias de manipulación sectarias que utiliza.
En la era de la tecnología portátil y la conexión ininterrumpida a internet, una de las mercancías más valiosas, y con las que se mueven cantidades ingentes de dinero, es la atención. Nuestra atención: nuestra propensión continuada a emplear el tiempo online y a responder a los estímulos que nos bombardean sin descanso: notificaciones, llamadas, anuncios, noticias, actualizaciones, sugerencias. A cambio de información y entretenimiento, entregamos nuestra atención a la economía de la red, y el mercado la transforma en un bien de alta cotización. Ahí fuera hay un ejército de programadores de webs, desarrolladores de software, estrategas de las redes sociales y publicistas que están dando forma a una de las industrias más poderosas y de mayor crecimiento del mundo.
Ahora bien, ¿a qué precio? En este ensayo, tan personal como riguroso, tan breve como incisivo, Julia Bell plantea las preguntas precisas para descifrar esta realidad en la que vivimos, y así atender a lo que estamos ignorando en este intercambio desproporcionado. ¿Qué perdemos cuando cedemos nuestra atención, y cómo podemos recuperarla? O dicho de otra manera: ¿cómo podemos transformar nuestra capacidad de atención en un elemento radical, transformador, y no abandonarnos a una distracción infinita al servicio del poder y el capital de las empresas tecnológicas?
La cuestión de la energía se halla más que nunca en el corazón del debate público y la agenda política. Sabemos que la transición energética es inevitable porque es el único modo que tenemos de luchar contra el cambio climático, pero ésta no es un mero asunto técnico que deba dejarse en manos de empresas y tecnócratas, sino una cuestión política que requiere de amplio debate, participación ciudadana y luchas populares. Porque transiciones puede haber muchas: por ejemplo, las que busquen un enésimo enriquecimiento de los gigantes del oligopolio eléctrico o las que aspiren a la democratización de los recursos y la protección de la naturaleza. Así, «Molinos y gigantes» es, en primer lugar, una invitación a conocer la historia política y económica que hay detrás del sector eléctrico español, desde los acuerdos personales del caudillo con el presidente ultracatólico de Hidrola (actual Iberdrola) hasta la liberalización del sector decretada por el Gobierno de Aznar y la imbricación posterior de las energías renovables en los sucesivos booms del ladrillo. En segundo lugar, este libro realiza una lectura crítica del modelo que caracteriza el desarrollo eólico en el Estado español, dominado por grandes empresas, con un enfoque extractivo, concentrado en zonas rurales donde produce una importante degradación de la vida de sus habitantes, sin apenas preocupaciones medioambientales y falto de mecanismos de participación democrática. Para ello, Jaume Franquesa ―en la línea de autores como David Graeber o James C. Scott― toma como zona de estudio el sur de Cataluña, la región más nuclearizada de España y entre las de mayor densidad de parques eólicos, donde ha vivido durante años y recogido los testimonios de sus vecinos, que llevan décadas luchando por defender su tierra y sus raíces frente al gran oligopolio eléctrico, y nos recuerdan: «Renovables sí, pero así no». En definitiva, la transición energética sólo será real si garantiza un mundo rural vivo y la dignidad de sus habitantes