Cornel West (Tulsa, Oklahoma, 1953) se presenta como independiente a las próximas elecciones presidenciales (2024) de Estados Unidos. Catedrático de Filosofía y uno de los intelectuales públicos más relevantes de su país, no ve posible que ninguno de los dos partidos que históricamente se han disputado el poder esté en condiciones de solucionar los verdaderos problemas a los que se enfrenta el planeta, desde el cuidado de la tierra a la redistribución de la riqueza. Para hacerlo, según él, se requiere un espíritu profético. En este libro-diálogo, West y la investigadora alemana Christa Buschendorf, analizan en qué consiste ese pensamiento y por qué es tan relevante hoy día. Y lo hacen a través de un examen de las trayectorias políticas de seis figuras revolucionarias estadounidenses: Frederick Douglass, W. E. B. Du Bois, Martin Luther King, Ella Baker, Malcom X e Ida B. Wells. Una reflexión a fondo sobre la ética pública, es decir, sobre el verdadero sentido de la justicia.
Desde hace algunas décadas, las solicitudes de cambio de sexo entre niños y adolescentes se han disparado de forma alarmante, tanto en Estados Unidos como en Europa. El peso de la cultura LGBTQI ha dado una mayor visibilidad a la «disforia de género», que traduce una sensación de inadecuación entre el sexo de nacimiento y el que se «siente».
Bajo la premisa progresista de que librarse de las diferencias anatómicas y genéticas entre los sexos es algo emancipador, el transgenerismo pretende abolir el «binarismo» de género y legitimar la sensación de haber nacido en el «cuerpo equivocado».
Se le hace creer así al niño que puede estar experimentando problemas de identidad sexual en su etapa de inmadurez, que puede «autodeterminarse» y elegir su sexo en función de sus vivencias. Varios países están avanzando hacia una legislación en la que basta con querer cambiar de sexo para poder hacerlo, sin el consentimiento de los padres ni el consejo médico, y basándose únicamente en los sentimientos, que se erigen como la verdad.
Cómo la cultura woke nos empobrece intelectualmente y amenaza la democracia
Cada vez son más las voces que se alzan contra la insaciable tiranía de la corrección política. David Mamet, uno de los autores más importantes de las últimas décadas en Estados Unidos, expresa en estas páginas su hartazgo con la pendiente resbaladiza de la cultura de la cancelación y con la asfixiante atmósfera del neopuritanismo.
En Himno de retirada, el dramaturgo critica, se burla y disecciona el virus de la ideología de género, la Racial Theory y el resto de ideas que plantean una amenaza existencial para Occidente. En esta recopilación de ensayos, Mamet proclama un canto fúnebre por el librepensador en un momento en que las universidades, los medios y la política se han infestado de este moralismo pacato e intransigente.
En estas páginas se examina el descenso de Estado Unidos a los infiernos de la barbarie en los últimos años, auspiciado por la censura de la libertad de expresión en pos de evitar la ofensa a colectivos minoritarios. Mamet advierte de que la proliferación de literatura moralizante y adoctrinadora está creando entre las nuevas generaciones una mentalidad dogmática que impide asumir el carácter disruptivo, provocador, conflictivo e incómodo que ha caracterizado a la producción cultural bajo la civilización occidental.
La cultura de nuestro tiempo ha consagrado la idea de que la moralidad de las personas está determinada por su condición étnica, sexual o socioeconómica, en lugar de por sus elecciones éticas. Por eso, esta apelación irónica, melancólica y mordaz a enfrentarnos al matonismo cultural es un soplo de libertad en una época en la que el emotivismo está destruyendo la posibilidad del debate racional.
Boys club: m. Dícese de un grupo de hombres, en general blancos, heterosexuales y privilegiados que operan en un circuito cerrado. Intercambian cifras, información, documentos, dinero o mujeres. Ya sea en el ejército, en la política o en los consejos de administración estos grupos exclusivamente masculinos orquestan la exclusión y la invisibilización de la otra mitad de la población.
Martine Delvaux, figura imprescindible del pensamiento feminista, pone el foco en la camaradería masculina que rige el mundo y se centra en el fenómeno de los boys club desde sus orígenes en el Reino Unido hasta sus manifestaciones actuales y su omnipresencia en los centros de poder. Gracias a su amplio bagaje cultural, la autora argumenta con precisión cómo la persistencia de esa atmósfera de misoginia permite que los hombres sigan dominando el mundo.
Las «noloharébienistas» son aquellas mujeres capaces, preparadas y talentosas que, si pudieran elegir un superpoder, escogerían el de la invisibilidad. Ellas son sus peores enemigas. Dudan de sus conocimientos, están convencidas de que cualquier persona lo puede hacer mejor, imaginan el infierno como un lugar en el que hay que hablar delante de una audiencia numerosa. ¿Eres una de ellas? Si cada vez que alguien te habla del síndrome de la impostora te sientes reflejada, si crees que tienes una tara, este es tu libro.
No lo haré bien nos saca del armario y nos invita a enfadarnos juntas recorriendo todos los lugares y circunstancias en las que, desde bien pequeñas, hemos aprendido a sabotearnos. Aquí nadie te enseñará a sacudirte el monstruo de la impostura, pero se te ofrece algo mejor: una buena dosis de rabia y unas gafas de aumento.
Dos años después del inicio de la pandemia, ya no hay ninguna duda sobre el fracaso de la gestión de la covid-19: medidas ineficaces, dañinas, autoritarias y sin justificación científica, basadas más en razones políticas que sanitarias, con maniobras represivas y mediáticas que han producido sumisión e infantilización en la población, desarticulando la sociedad, dividiendo y polarizando, potenciando el individualismo y la obediencia ciega. El mundo sale de estos dos años con graves secuelas, con cicatrices que muy difícilmente desaparecerán.
Es necesario poner fin al discurso de un virus amenazante que nos acecha a todos en cualquier lugar, listo para llevarse la vida de miles de personas de toda edad y condición: esa no es la realidad, ni lo ha sido nunca. Esa percepción aterradora ―amenaza omnipresente e indiscriminada―, producto de la propaganda, es el principal combustible que ha alimentado la pandemia. Es imprescindible acabar con esta sensación apocalíptica completamente injustificada.
En ningún momento se ha llevado a cabo un balance de las medidas adoptadas: ni en su incidencia en la reducción de contagios y decesos por covid, ni sobre las consecuencias en relación a otras enfermedades, la vida social, la salud psicológica, la educación, el empleo o la economía. La razón de esta falta de evaluación oficial es evidente: se trata de un balance impresentable.