El fenómeno del Calentamiento Global ha desatado en cascada una serie de medidas gubernamentales nacionales e internacionales, políticas, económicas y sociales que afectan y van a afectar a la vida cotidiana de la ciudadanía. Además se ha producido un fenómeno de sobreinformación en los medios amplificado por unos estilos de comunicación sensacionalistas e incoherentes. Por ese motivo, la ciudadanía se sigue manteniendo en la indiferencia, el conformismo, el negacionismo o el fatalismo hacia este tema de importancia global y fundamental para el futuro de la humanidad.
Algunos científicos expertos han cruzado la línea de su trabajo en la sombra y han sentido la necesidad de comprometerse y alzar la voz para luchar contra el negacionismo del Calentamiento Global..., sin demasiado éxito.
El mayor experto mundial en el campo de la energía explica por qué no alcanzaremos el objetivo global de cero emisiones en 2050.
A pesar de los acuerdos internacionales, la regulación, la inversión pública y privada, el progreso técnico y los cambios de comportamiento, el consumo mundial de combustibles fósiles aumentó un 55 % entre 1997 y 2023.
En el mismo periodo, la proporción de combustibles fósiles en el consumo energético global ha pasado del 86 % al 82 %.
La cruda realidad es que la transición en curso será muy larga y complicada. Opera a una escala sin precedentes, exige tecnología que aún no ha sido inventada y cantidades ingentes de recursos naturales y plantea imponentes desafíos ambientales, sociales, económicos y geopolíticos. Debemos escoger: invertir un 20 % del PIB mundial en la transición; decrecer voluntariamente (o colapsar involuntariamente); o renunciar al objetivo climático de 1,5 ºC y fiar así el mundo al destino, devolviéndole a los dioses lo que la modernidad quiso quitarles.
He aquí el trilema en torno al cual gira este breve y fascinante ensayo, escrito por uno de los científicos e intelectuales más originales e influyentes de nuestro tiempo.
Las fórmulas del siglo pasado ya no son válidas. Hemos entrado de lleno en la era digital, una verdadera revolución industrial, económica y social cuyos efectos apenas empezamos a vislumbrar. Un mundo regido por la inteligencia artificial, con ordenadores cuánticos, sorprendentes avances en biotecnología y neurociencia, y en el que hasta los objetos más cotidianos estarán conectados a internet. Habrá empleos novedosos, pero insuficientes. La población, cada vez más envejecida, ocupará ciudades abarrotadas en las que la soledad será la norma. Todo ello aderezado con una sociedad más polarizada, mientras sufrimos las consecuencias de un calentamiento global que parece imparable. Sin olvidar los movimientos migratorios masivos. Se recrudecerá la lucha entre las grandes potencias por controlar esta nueva realidad y los escasos recursos naturales. Por tanto, hay que trazar estrategias imaginativas y eficientes que satisfagan las necesidades y aspiraciones de las poblaciones, y especialmente de la juventud.
He aquí el enorme reto de este libro. El tiempo apremia, los problemas son urgentes y la incertidumbre máxima. El mañana ya está aquí, y el manual para superar la encrucijada mundial lo tienes en tus manos.
Una llamada a redescubrir la mejor idea que ha tenido la humanidad
Chris Anderson ha sido testigo de los más importantes hallazgos, inventos e innovaciones tecnológicas de los últimos veinte años. Un día, al recapitular sobre todas las enseñanzas que había extraído a lo largo de su andadura como director de TED Talks, reparó en el hilo que conectaba todas esas grandes lecciones: la generosidad.
Poco después, el colapso del coronavirus lo llevó a explorar los mecanismos del contagio. Fue entonces cuando concluyó que hay algunas pandemias, como la de la generosidad, que pueden llegar a mejorar el mundo. Y que, aunque un acto altruista individual pueda tener poca influencia, si conseguimos hacerlo contagioso producirá una reacción en cadena capaz de impulsar comportamientos positivos a nivel colectivo.
En este inspirador ensayo, Anderson muestra cómo las mismas tecnologías modernas que han servido para alentar conductas tóxicas pueden ser útiles a la hora de amplificar la bondad. Que es posible reaprovechar la conectividad de la que gozamos y la viralidad de las redes sociales para promover conductas positivas.
Generosidad contagiosa es una invitación a repensar internet como una herramienta capaz de unir a la gente en lugar de separarla y de humanizar una sociedad hoy polarizada y egoísta. De llevar a cabo ese paso del yo al nosotros que inspire la confianza recíproca y posibilite la cooperación, que fue lo que permitió el florecimiento de las civilizaciones.
Porque tal y como afirma Anderson —y reza el lema de TED— es esa la idea que, por encima de todas, merece la pena difundir.
El reputado psicólogo social y autor bestseller Jonathan Haidt ha dedicado su carrera a exponer verdades incómodas apoyadas en la evidencia científica dentro de los espacios más delicados: desde comunidades polarizadas por la política y la religión hasta campus universitarios enfrentados en guerras culturales.
La irrupción, poco explicada pero totalmente explicable, de la ultraderecha en el panorama político occidental tiene un poco desconcertado al conjunto de la ciudadanía democrática. No se trata del fascismo ni del nacionalsocialismo de toda la vida, ni siquiera del franquismo. No se trata de nostálgicos –aunque los haya entre sus militantes–, algo que facilita su penetración en colectivos jóvenes necesitados de un líder que coincida con sus frustraciones y les descubra a los «culpables» de sus carencias, además de percibir en sus ideas una innovación política.
Su discurso es anti-Estado y, claro está, defiende la privatización de todas las empresas públicas que garantizan de manera equitativa la seguridad del conjunto de la ciudadanía: áreas tan sensibles como sanidad, educación, vivienda o pensiones públicas pasarían a poder de los grandes fondos de inversión internacionales conocidos como fondos buitre.
Esta «nueva» ultraderecha se encuentra, pues, en el cruce de un capitalismo rabioso y una deshumanización de las relaciones sociales que permitiría la expansión sin cortapisas de sus teorías. A ese respecto sí que hay un punto de encuentro con el fascismo: la cosificación de quienes son distintos, haciéndoles responsables de los estragos del sistema.
El resultado es un ejercicio oficial de crueldad de cara a una sociedad que está aceptando la injusticia como condición ciudadana. Sólo si se conocen sus verdaderas intenciones, se le podrá hacer frente adecuadamente.
Un libro intrigante que nace de uno de los reportajes de investigación más impactantes de los últimos tiempos, Papeles de Facebook, y que es a la vez un ejercicio sobre los límites de la etica en el capitalismo y, concretamente, en la era digital. A partir del caso de Facebook, los archivos confidenciales que se filtraron en The Wall Street Journal, sus consabidos escándalos y fallos en el formato surgieron estas preguntas: ¿que parte pudo tomar la compañía de Mark Zuckerberg y no tomó? ¿Que hay detrás, acaso una política agresiva de ampliación de mercado?