En una era disgustada con los políticos y los diversos instrumentos de democracia directa, El público fantasma de Walter Lippmann no ha perdido un ápice de actualidad. Esta obra nos muestra al Lippmann más crítico de la democracia americana. De sentimiento antipopulista, este libro defiende el elitismo como una opción intelectual seria y distintiva que cuenta con una larga tradición en America. La visión desmitificadora del sistema americano de Lippmann resuena en el presente.
En El público fantasma se discute sobre el hombre desencantado que se ha desilusionado no solo con la democracia sino incluso con la reforma de la sociedad. Para Lippmann el votante medio es incapaz para el gobierno y lo que se denomina público es un mero fantasma. Lippmann desafía a la asumpción capital de la política progresista que pretende dejar la toma de decisiones en las manos del conjunto del pueblo.
Considerando el libro más solidamente argumentado y preclaro de Lippmann, está primera edición en lengua española permite al lector sumergirse en el texto a la vez más polémico y sugerente de uno de los autores con mayor influencia en la política y el periodismo de Estados Unidos a lo largo del siglo XX.
¿Por qué el discurso de los valores de la familia fue fundamental para la revolución conservadora y de libre mercado de la década de 1980 y por qué ha seguido ejerciendo una influencia tan profunda en la vida política estadounidense y de otros países occidentales? ¿Por qué los neoliberales del libre mercado a menudo han hecho causa común con los conservadores sociales sobre la cuestión de la familia, a pesar de sus diferencias en todo lo demás?
En este libro, Melinda Cooper desafía la idea de que el neoliberalismo privilegia el individualismo atomizante sobre las solidaridades familiares, así como la libertad contractual sobre el estatus heredado. En la tradición de las leyes de pobres de los países anglosajones, muestra cómo el espíritu liberal de la responsabilidad personal siempre ha estado respaldado por un imperativo más amplio de responsabilidad familiar y cómo esta inversión en las obligaciones de parentesco ha facilitado recurrentemente la alianza entre los liberales del libre mercado y los conservadores sociales.
El neoliberalismo, argumenta, debe entenderse como un esfuerzo por revivir y traducir la tradición de las leyes de pobres a la lengua contemporánea de la deuda familiar. A medida que los políticos neoliberales impusieron recortes en los presupuestos de salud, educación y bienestar, identificaron a la familia como una alternativa total al Estado de bienestar. Y a medida que la responsabilidad del gasto deficitario pasó del Estado al hogar, las obligaciones de deuda privada de la familia se definieron como fundamentales para el orden socioeconómico. A pesar de sus diferencias, los neoliberales y los conservadores sociales han estado básicamente de acuerdo en que los lazos familiares deben ser fomentados y, más aún, hacerse cumplir, como contraparte necesaria de la libertad de mercado. Solo al restaurar la familia a su posición central en el proyecto neoliberal podemos entender la alianza política que define nuestro tiempo entre la economía de libre mercado y el conservadurismo social.
Este libro analiza la clase media como el núcleo de nuestra particular forma de vida histórica y social. A pesar del carácter ilusorio de la igualdad de oportunidades y de la ficción meritocrática, la clase media ?o más bien el ideal de la clase media como norma social, aspiración y forma de integración? sigue siendo seguramente el elemento de mayor consenso en nuestras sociedades. Sobre la clase media ha descansado la estabilidad política de la democracia y la capacidad de que las crisis económicas no resultaran en catástrofes políticas. Así se explica aquí en los dos cortes que también constituyen las principales crisis políticas en la historia reciente del país: la Transición y el 15M.
En su trayectoria histórica reciente, la clase media es diseccionada en distintas figuras: el propietario, el garantizado, el padre/madre de familia, el educado y el modernizado. El resultado es un paisaje complejo y dinámico, que se despliega en el curso de varias décadas en paralelo a la transformación de su «constitución material», asociada a distintas formas de regulación política: keynesiana durante el desarrollismo franquista y neoliberal con el despliegue del capitalismo financiero. El arreglo social que conocemos como sociedad de clases medias no se entiende así como una categoría sociológica. Antes bien, aparece como una producción política en gran parte mediada por el Estado («la clase media es el pueblo del Estado», afirmaba el autor en su anterior libro).
«Editado en 1979, hace cuarenta y tres años, El libro de los placeres no ha hecho más que ganar relevancia en un mundo que se hunde cada vez más en la inhumanidad. Nunca ha dejado de participar, aunque sea modestamente, en ese despertar de las conciencias que hoy enciende insurrecciones episódicas, permanentes e insólitas desde Chile a Tailandia.
Tales levantamientos ya se han producido en el pasado, pero esta es la primera vez que se reivindica abiertamente la vida vivida con total libertad. Es la primera vez que la resolución del pueblo de organizarse por sí mismo erradica a los dirigentes y delegados no mandatados y se protege así de la intrusión de aparatos políticos de todo tipo que tarde o temprano lo vacían de su sustancia».
La historia del comunismo transcurre entre la revolución y la utopía, entre la violencia y lo criminal.
A lo largo de los tiempos, en cualquier lugar donde se haya impuesto o haya tratado de imponerse un régimen de estas características, se han cometido multitud de crímenes, algunos especialmente aberrantes como los de las tiranías de Stalin, Mao o Pol Pot.
El ideal comunista, que sobre el papel es inocuo, en la práctica se convierte en una pesadilla. Desde la primera revolución típicamente socialista —la bolchevique— hasta su epígono más reciente —la Venezuela bolivariana—, la praxis revolucionaria se ha cobrado la vida de millones de personas en todo el mundo y en menos de un siglo.
Este no es un libro sobre política. Tampoco es un reportaje o un análisis sociológico. Es la crónica de una escritora que intenta entender qué sucede cuando se vive en un prolongado estado de emergencia; qué pasa cuando la vida sigue, a pesar de todo, y las personas se resignan a vivirla en medio de los escombros.
Huyendo de los grandes discursos políticos o los titulares de prensa, esta obra nos muestra el día a día de los venezolanos y, con ello, los efectos del Estado en la vida cotidiana. A partir de cuatro viajes de Colombia a Venezuela, Melba Escobar nos revela, de forma extraordinaria, otra geografía: la del hombre del barrio popular o la mujer de clase media que subsisten en medio de la grave crisis económica y política; y la de quienes se han visto obligados a emigrar y sobreviven en condiciones extremas. Se trata de una mirada al poder de los seres humanos para darle un sentido renovado a las cosas, sacar fuerzas de donde no hay y reinventar el presente.
Cargado de humanidad y respeto por el otro, este libro, que discurre por entero a partir del diálogo con la gente de a pie, nos habla no solo de Venezuela, sino también de las consecuencias de la erosión de la democracia en el quehacer diario de la población, una realidad premonitoria para muchos otros países.