Hace mucho tiempo surgió una especie que decidió separarse de los otros diez millones de especies que habitaban la Tierra: aunque todas eran necesariamente sus parientes, optó por llamarlas «la naturaleza», y así empezó a verlas como cosas, meros recursos a su disposición. Este relato es nuestra herencia, y su inimaginable violencia ha dado lugar a la actual y devastadora crisis ecológica. El presente libro pretende dar un golpe de timón frente a esta situación: armar (en el doble sentido de la palabra) una filosofía de los seres vivos que sea tanto una política como una praxis. Para ello Morizot se aleja de toda creación convencional de pensamiento, pues su filosofía surge de la práctica sobre el terreno y de la experiencia del rastreo. Morizot no es un naturalista al uso. Ni siquiera un biólogo. Es un filósofo que reflexiona sobre lo vivo como ningún otro que hayas leído, un perseguidor que puede pasar largas jornadas rastreando a una manada de lobos o noches enteras esperando a que un oso aparezca en la pantalla de una cámara térmica. Entre el thriller etológico y la filosofía salvaje, con las botas perdidas de barro, oliendo a sudor y a bosque, Morizot trata de ofrecer respuesta a las preguntas que hoy de verdad nos importan: ¿cómo reconectar con los seres vivos mediante una ecosofía sencilla, resiliente y alegre? ¿Cómo oponer al tecnocapitalismo una reactivación de nuestras propias fuerzas vitales anestesiadas? ¿Cómo sustituir la pulsión de control y domesticación por un ethos del encuentro y la acogida? ¿Cómo comportarse de un modo adecuado con todo aquello que vive y, sin embargo, difiere de nosotros? ¿Cómo construir colectivamente un planteamiento político que aúne la imprescindible convivencia con los otros seres vivos y la lucha sin cuartel contra aquellos que destruyen el tejido de la vida?
La ecoansiedad domina nuestra época. Cada nuevo informe sobre el cambio climático refuerza un terror que nos paraliza, pero este fatalismo apocalíptico no se corresponde con los mejores análisis de nuestra situación. Es también un síntoma de un ecologismo desorientado. Durante el siglo xxi podemos detener el cambio climático, reintegrarnos dentro de los límites de nuestro planeta y asegurar una vida digna para el conjunto de la humanidad. Aún está a nuestro alcance una transición ecológica que sea justa, y que no solo preserve los logros emancipadores de los últimos siglos, sino que los expanda.
Bielorrusia, una república exsoviética en los confines orientales de Europa, protagoniza un buen número de titulares de prensa en los últimos meses: acoso a disidentes con «secuestro» de avión incluido, opositores encarcelados, manifestaciones reprimidas con violencia, crisis de refugiados en la frontera oriental de la EU. Dirigido con mano de hierro por Aleksandr Lukashenko, un autócrata formado en el Partido Comunista de la URSS, este país se ha convertido en el último vestigio del antiguo imperio soviético y en un factor de inestabilidad para la UE y la OTAN hábilmente manejado por el líder ruso Vladimir Putin.
Este libro analiza los orígenes y la evolución de Bielorrusia como país independiente, así como ofrece claves para conocer cómo puede evolucionar la situación en una de las regiones europeas más inestables, amenazada por el nuevo expansionismo ruso.
Cien empresas son responsables del 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Y, de entre ellas, Aramco, Gazprom y China Energy son las tres multinacionales que más CO2 regurgitan en el planeta. Desconocidas para el gran público, son las campeonas internacionales del petróleo, el gas y el carbón, respectivamente. Si este trío fuera un país, sería el tercer mayor emisor del mundo, solo por detrás de China y Estados Unidos.
En este libro, Mickaël Correia revela cómo estos tres gigantes industriales despliegan todo un arsenal de estrategias —corrupción, neocolonialismo, grupos de presión, greenwashing, soft power, etcétera— para perpetuar nuestra adicción a los combustibles fósiles. Al extraer con voracidad estos recursos de las entrañas de la Tierra, avivan a sabiendas las llamas que consumen nuestro planeta y actúan como verdaderos criminales climáticos.
De los clubes privados de Nueva York a los salones del Kremlin, de Pekín a los palacios de Riad, Criminales climáticos desvela los círculos de poder ocultos en el corazón del «capitalismo fósil» y la forma en que estas empresas desarrollan y prenden la mecha de una bomba que amenaza a toda la humanidad; en un momento en que se insiste sin cesar en la necesidad de adoptar comportamientos individuales ecorresponsables, este libro identifica a los verdaderos culpables del caos climático y demuestra la urgencia de actuar contra ellos de una vez por todas.
Tras la muerte de Lenin y la creciente furia contra Georg Lukács y su recién escrita Historia y conciencia de clase (1923), este libro contiene una evaluación del gran dirigente bolchevique de la Revolución de Octubre de 1917 como «el único teórico comparable a Marx». Lukács muestra, con una claridad sin precedentes, cómo las intervenciones históricas de Lenin desde su política de vanguardia y la reutilización del Estado hasta su detección de una nueva etapa imperialista del capitalismo hicieron avanzar la conjunción de teoría y práctica, conciencia de clase y lucha de clases. En el epílogo, fechado en 1967, reflexiona sobre cómo esta imagen del revolucionario ruso se volvió aún más inspiradora después de las opresiones perpetradas por Stalin. El estudio de Lukács sigue siendo indispensable para comprender el significado contemporáneo de la vida y obra de Lenin.
Este grupo de jóvenes pensó que, a pesar de sus discrepancias, serían capaces de poner en práctica esas ideas. Y en cierto momento eso pareció posible. Pero a partir de 2018, a raíz de la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia, ese grupo no solo empezó a disgregarse, sino que muchos de sus miembros se enfrentaron abiertamente y en público, dejando claro que esa vía de modernización era imposible en la España actual, más polarizada y partidista que en cualquier otro momento de las últimas décadas. Esta es la historia de su fracaso.