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JUEGO DE DIOSES (1)

Ricos e inteligentísimos, los hermanos Lively -Hades, Apolo, Hermes, Afrodita y Atenea- son muy populares, aunque nadie osa acercarse a ellos: todo el mundo los conoce, pero la gente procura evitarlos. Cada viernes por la noche organizan unas veladas conocidas como los Juegos de los Dioses, y se muestran implacables con sus adversarios. No hay modo de vencerlos. Cuando Haven llega al campus en su primer año de universidad, los Lively le provocan una mezcla de fascinación y de temor, hasta que Hades se fija en ella… Entre ambos surge un amor irrefrenable, que pronto se convertirá en un auténtico descenso a los Infiernos. En realidad, los juegos que practican en Yale solo son una minúscula parte de lo que hay oculto tras ellos, la apuesta es muy alta y Haven ignora que la pieza principal de la partida es precisamente ella.
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LA PRISIONERA DE ORO (PRISIONERA ORO 1)

Oro. Suelos de oro, paredes de oro, muebles de oro, ropa de oro. En Alta Campana, el castillo construido en las montañas heladas, todo está hecho de oro. Incluso yo. Cuando el rey Midas me rescató, me sacó de los barrios bajos, me colocó en un pedestal y empezó a referirse a mí como su tesoro. Soy la mujer a la que convirtió en oro para alardear de su poder. A cambio de su protección, le di mi corazón. Mientras me quede en los confines del palacio, estoy a salvo. Hasta que la guerra llega a Orea. Y, de repente, mi confianza se resquebraja y me doy cuenta de que todo lo que creía saber sobre Midas podría ser erróneo. Porque estos barrotes tras los que estoy encerrada, por muy dorados que sean, siguen siendo una jaula. Y los monstruos que esperan fuera hacen que desee no haber salido nunca
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HASTA DESGASTAR EL CIELO

¿Qué sucedería si te reencontrases con tu primer amor? Nicholas Moir y Giselle Joyce se hicieron amigos desenterrando deseos que los habitantes de Deaton Crest escondían bajo las flores de la plaza del pueblo. Pidieron un deseo en voz baja: volverse a ver. No imaginaron que el destino lo cumpliría de la peor forma, provocando que los Joyce acogieran a Nicholas en su hogar tras el fatal accidente de los Moir. Cuando la tragedia vuelve a unir sus caminos tras cuatro años separados, los retales de la historia de amor que mantuvieron a escondidas durante la adolescencia vuelven a latir. Regresan el rumor de la playa, el jardín de amapolas, los besos de buenas noches que erizaban la piel… Y cada velada observando el cielo nocturno que dictaminaba las horas que podían pasar juntos. Los corazones tienen memoria y los suyos se niegan a olvidar. Pero ¿es posible seguir enamorado de alguien con el transcurso del tiempo o solo nos aferramos al calor de los recuerdos?
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