Otro viaje en el tiempo del topo Felipe, esta vez a los juegos olímpicos de la Antigua Grecia.
El topo Felipe se reencuentra con sus queridos Quique y Teo. En el cole se celebran unas jornadas deportivas con el motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos. Felipe les cuenta que las olimpíadas ya se celebraban en la Grecia clásica. Con el reloj mágico deciden viajar hasta la primera edición de los juegos, en el 396 a.C. en la ciudad de Olimpia. Una vez allí, los tres amigos conocerán a Corebus, el auriga de la princesa Cinisca, y a Perla, su yegua. Perla está enferma y no puede competir en la carrera, pero Felipe ayudará a que se recupere.
Inició un viaje para sobrevivir y conoció el significado de la felicidad.
«Sólo hay tres reglas aquí. La primera: no enamorarse nunca. La segunda: no robarle el hombre a otra. La tercera: beber sólo champán de la mejor calidad. De esas tres reglas, al final sólo se respetó una.»
Rosa cruzó la frontera del País Vasco a Francia para ganar el dinero que necesitaba, trabajando en las fábricas de alpargatas. Sus sueños son grandes pero la cruda realidad impide que los cumpla... Hasta que las Damas aparecen en su camino: unas mujeres fascinantes, cosmopolitas y cultas, que viven una vida libre e independiente rodeadas de libros, ropa sofisticada y copas de champán. Rosa se siente fascinada por estas mujeres liberadas... ¿Quiénes son realmente? ¿Qué secretos ocultan? A su lado, Rosa aprenderá a no renunciar a sus sueños, y a desarrollar su talento para brillar como jamás lo hubiera imaginado.
Hace unos años que Pepe, el abuelo de Lola, vive en Yayolandia, el planeta al que viajan todos los abuelos y abuelas que un día se van al cielo.
Al principio, Lola no lo entendía: ¿por qué dejó nuestro planeta para irse a otro? ¿Por qué ya no puede verlo cada día y jugar con él?
Pero ahora Lola sabe que hay veces en la vida en que, por más que deseas algo con todas tus fuerzas, no puedes tenerlo. Y que su abuelito se lo pasa en grande en Yayolandia, y desde allí los observa y los protege.
Y es que solo hay una cosa más fuerte que el paso del tiempo: el poder del recuerdo. De este modo, el abuelito Pepe vivirá con ella para siempre, en su corazón.