Una joven lectora muy exigente no aceptará clichés en esta historia. No hay princesas en peligro, dragones y brujas malvadas. Ni violencia ni alcohol: no son buenos para los pequeños lectores. Pero los cuentos clásicos y de hadas están llenos de clichés y detalles políticamente incorrectos... y si quieres eliminarlos, puedes obtener resultados bastante extraños. Una historia que lo da vuelta todo para dejarnos con una gran sonrisa en la boca.
Estamos en 2003, meses después de que Estados Unidos le declare oficialmente la guerra a Irak y de que el panorama político del país haya cambiado.
Shadi mantiene la cabeza gacha con el hiyab puesto. Está demasiado ocupada ahogándose en sus propios problemas como para lidiar con los fanáticos.
Su nombre significa «alegría», pero a ella la persigue la tristeza. Su hermano ha muerto, su padre se está muriendo, su madre se desmorona y su mejor amiga ha desaparecido misteriosamente de su vida. Y luego, por supuesto, está el asunto de su corazón…
La pequeña jirafa ha nacido sin manchas y le preocupa mucho que los otros animalitos se rían de ella en la escuela. Sin embargo, en su clase también hay una cebra sin rayas, una serpiente corta, un león sin melena, un búfalo muy bajito o una suricata miope, ¡y no pasa nada porque pueden jugar todos juntos!