Vivir no es algo estático. La vida se destruye y se construye con cada respiración, con cada tictac, con cada amanecer y cada pequeño gesto. Por eso, este libro es un compañero ideal en la aventura de existir. En su interior atesora 366 reflexiones que te invitan a ser consciente de quién quieres ser en cada momento, a estar más cerca de ti mismo y a vivir más intensamente el momento presente.
Parece que estamos en la época de la necesidad de que todos seamos felices. La terapia, la meditación, el yoga, la espiritualidad... cualquier camino parece bueno. La cuestión es que, si funcionaran bien, probablemente la gente en general sería más feliz y no necesitaría consumir todas esas cosas. Pero no es así. El pensamiento negativo aparece y permanece, a pesar de nuestros esfuerzos para no pensar en él. Es ahí donde podemos cambiar.
En este libro, el psicólogo Victor Amat desmonta uno a uno los mitos del pensamiento naif y nos muestra que podemos reivindicar nuestras capacidades mentales y aprovecharlas a nuestro favor, y que, a pesar de la paradoja, el hecho de permitirse ser negativo nos lleva a un estado de bienestar.
Respuesta de la autora a tres preguntas de un niño: qué es la vida, qué es la muerte y por qué tienen que morir los niños.
La autora escribió esta carta respondiendo a un niño de nueve años enfermo de cáncer, que le preguntó por la vida, por la muerte en general y por la muerte de los niños en particular.
La reacción del niño fue muy positiva. Se sintió muy orgulloso de tener un libro escrito e ilustrado especialmente para él. Lo compartió con otros niños y también con los padres de niños muy enfermos.
¿Cómo se explica que, en una sociedad que se autodenomina de bienestar, el consumo de antidepresivos no pare de crecer año tras año? ¿Es factible escapar del malestar? ¿Y si el problema es que estás buscando las causas del sufrimiento en el lugar equivocado?
Vivimos bajo la percepción de que la plenitud llega con la adquisición: más logros, más bienes, más relaciones. Se nos ha inculcado que ciertos pilares, como tener una pareja, una familia y un empleo estable, nos garantizarán felicidad. Pero en esa frenética búsqueda de más, ¿no estaremos, sin darnos cuenta, incrementando nuestro propio sufrimiento?
Hace más de 4.000 años, los babilonios descubrieron ya las leyes universales de la prosperidad. No obstante, la mayoría de las personas viven sin conocer las claves de la riqueza y, por lo tanto, de la posibilidad de cumplir todos sus sueños y anhelos.
¿Por qué en el colegio las chicas creen que no han estudiado lo suficiente y en cambio los chicos piensan que «el examen era muy difícil»? ¿Por qué la mayoría de las mujeres sienten que son un fraude en su trabajo y que sus éxitos son solo fruto de la buena suerte?
Esto es lo que se conoce como el síndrome de la impostora: un problema de falta de autoestima y confianza para desarrollar puestos en espacios tradicionalmente masculinos, algo que sigue afectando a muchas mujeres que, para compensar ese sentimiento de culpa, acaban soportando un exceso de presión y de carga de trabajo.