El 27 de mayo de 1784, Wolfgang Amadeus Mozart se encontró en una tienda vienesa con un coqueto estornino que cantó una versión improvisada del tema de su Concierto para piano n.º 17 en sol mayor. Al percibir un espíritu afín en el joven pájaro, lo compró y se lo llevó a casa como mascota. Durante tres años, el estornino vivió con Mozart, influyendo en su obra y sirviéndole de compañero, distracción, consuelo y musa. Dos siglos después, los estorninos son vilipendiados incluso por los conservacionistas más compasivos. Como especie invasora no autóctona, invaden hábitats sensibles, compiten con las aves locales por los lugares de anidación y el alimento, y diezman los cultivos. La ornitóloga y naturalista Lyanda Lynn Haupt conoce bien las tensas relaciones de estas aves con otras especies y el medio ambiente. Pero, tras rescatar a una cría de estornino, quedó encantada con esa inteligencia y el espíritu juguetón que habían maravillado a su compositor favorito. Haupt explora el improbable y extraordinario vínculo entre uno de los compositores más apreciados de la historia y uno de los pájaros más comunes de la Tierra. Las historias entrelazadas de la mascota de Mozart y del estornino de Haupt ofrecen una insólita mirada a la amistad entre humanos y animales, al mundo secreto de los estorninos y a la naturaleza de la inspiración creativa.
Entre las décadas de los años veinte y cincuenta de la pasada centuria, las películas, que comenzaron siendo curiosidades de gabinete en ferias, lograron convertirse en el mayor espectáculo del mundo. Los protagonistas de aquellos shows de celuloide que encandilaban al público desde la gran pantalla, pronto fueron erigidos como reyes dominantes del imaginario colectivo del siglo XX.
Pero aquel panteón cada vez más poblado de rutilantes deidades, albergaba asimismo siniestros y decadentes bastidores, plagados de sombras sin fin: espectros, maldiciones, muertes extrañas, crímenes sin resolver, adicciones, magia sexual, satanismo… Hechos misteriosos, sucesos estremecedores y, en ocasiones, atroces ocurrían entre el lujo y la fatalidad, entre el oropel y la decadencia.
Crueles destinos inexorables, tanto de numerosas estrellas, como de aspirantes a serlo.
De ser prácticamente unos cantantes marginales y vistos con desdén hace no más de 30 años, los contratenores han pasado a convertirse en auténticas estrellas seguidas con fervor por el público. Sin duda, su creciente protagonismo en el repertorio barroco ha tenido mucho que ver en esta popularidad, pero ni mucho menos se limita a él, puesto que también desempeñan un papel destacado en la creación más estrictamente contemporánea.
Su emisión prioritaria en Mecanismo 2 en ámbito de alto o mezzo desafió las expectativas de la inmensa mayoría de las audiencias clásicas. Y en su valoración no ayudó mucho el que, desde tiempos pretéritos, se aplicase a su fonación el insidioso término de falsete, con lo que conllevaba de sugerir falsedad o artificiosidad.
Partiendo del establecimiento de los cuatro patrones mecánicos de fonación, el autor aborda la figura del contratenor con un carácter global: su historia, su correcta clasificación, su técnica vocal, su presencia en la interpretación históricamente informada … En suma, El contratenor, estudio sólido y exhaustivo, es la reivindicación de una voz determinante que, desde que llegó, se ha convertido en un imprescindible de la práctica musical de nuestros días.