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CIUDAD COLONIAL. SANTO DOMINGO (TD)

Aunque Santo Domingo es la ciudad más grande del Caribe, su esencia vital aún late en su centro histórico: la Zona Colo­nial. Llegando desde el este, vislumbras sus murallas en la orilla opuesta del río Ozama, levantadas entre la ribera y el mar agitado. Desde hace más de 500 años, a través de esta antigua colonia europea en América, la historia no ha dejado de soplar - suavemente como los vientos alisios, o con la furia de un huracán. A diferencia de las zonas de patrimonio histórico de otros países, que suelen verse como zonas-mu-seos, la Zona Colonial está en permanente cambio. Seas dominicano o viajero, siempre la descubres por vez primera. Pero paradó­jicamente, tan pronto paseas por sus calles estrechas, sientes que has vivido toda la vida en este lugar. Que desde hace déca­das pasas por delante de estas fachadas derruidas con su azul vuelto gris y su ocre desteñido en blanco. Que las fachadas han sido agrietadas y manchadas por siglos de soles llameantes y lluvias torrenciales; que heléchos tenaces brotan de las grietas en los muros medio en ruinas. Aquí y allá, un balcón de hierro forjado cuelga tan torcido como los borrachos que deambulan abajo en la calle. Colmados que caben en un bol­sillo se esparcen entre sinuosos callejones: sus mostradores de madera como bares improvisados, donde los vecinos hacen cuentos bajo la estridencia de las melodías caribeñas. Prosiguiendo el paseo, llegas a tranquilas plazas arboladas, para luego atravesar iglesias góticas y renacentistas, o nobles casas hechas de piedra coralina. Una Roma tropical te rodea, cargada de buganvillas y enredaderas de flores de trompeta. Te maravillarás ante los arcos, las columnas, las naves abovedadas, los palacios; pero también disfrutarás de los hogares mas modestos, con sus alegres colores y sus chucherías de plástico, clara­mente visibles desde la acera. Si te detienes ante una ventana abierta, alguien te invitará a entrar. ¡Hola! ¿Qué hay? ¡Cuánto tiempo! ¿Está visitando de nuevo? ¿O es que nunca se fue? Hoyt Rogers, Traducido por Frank Báez
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HISTORIA DE LAS BANDAS SONORAS

En el imaginario del cine, la banda sonora a menudo había sido considerada un arte mayúsculo, pero secundario. Hoy, en cambio, es un género musical que levanta pasiones. No obstante, su historia sigue siendo muy poco conocida. * Desde las películas de la edad de oro de Hollywood hasta el cine más premiado o el más innovador de nuestros días, compositores como Bernard Herrmann, John Barry, Henry Mancini, Ennio Morricone, Alberto Iglesias, Alexandre Desplat o Jonny Greenwood han sabido entender a Hitchcock, Fellini, Godard, Almodóvar, Tarantino o Jane Campion y ofrecerles la banda sonora de sus sueños. Apoyada en algunos documentos gráficos de sus películas, esta es la historia de una música que nos encanta. "A menudo uso las mismas armonías que la música pop porque la complejidad de lo que hago está en otra parte. La música necesita una sala para respirar".
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PICASSO, KLEE, MATISSE, GIACOMETTI

Berggruen’s collection with more than one hundred masterpieces is a spectacular tribute to the foresight of this major player in the Paris art market during the second half of the twentieth century. Born into a Jewish family in Berlin in 1914, he went into exile in California on the eve of World War II. He became art critic for the San Francisco Chronicle and assistant to the director of the San Francisco MoMA. After the war, Berggruen returned to Europe, first to Munich as a journalist, then to Paris where he worked at the UNESCO headquarters before becoming an art dealer specialized in the graphic arts of modern artists. He quickly established contacts within the Parisian cultural scene, meeting both the artists he would represent and the poets, dealers, historians, critics, and collectors of the day. Guided by his personal tastes, he built a solid collection of twentieth-century works now housed at the Neue Nationalgalerie Berlin spanning the careers of Pablo Picasso and Paul Klee and including Henri Matisse’s collages and Alberto Giacometti’s sculptures. The vast ensemble was exhibited at the Orangerie in 2024 and is housed in the Berggruen Museum/Neue Nationalgalerie Berlin.
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