El 12 de julio de 1962, los Rollin’ Stones ofrecieron su primer concierto en el Club Marquee de Londres. Poco después, se añadió una «g», se encendió una chispa y su destino quedó sellado. Ya no había marcha atrás.
Estos cinco chavales blancos británicos se proponían tocar música afroamericana. Perfeccionaron un estilo rebosante de matices de blues mezclados con oscuras insinuaciones a las mujeres, al sexo y a las drogas. Denunciados como «corruptores de la juventud» y «mensajeros del diablo», crearon algunas de las canciones más electrizantes jamás grabadas.
Su sonido y actitud parecen ahora más fuertes e influyentes que nunca. Elvis ha muerto y los Beatles ya pasaron, pero Jagger y Richards dominan el mundo. Contradiciendo al proverbio inglés, puede que acumulen musgo, pero son culos de mal asiento y no pueden dejar de rodar.
Sin embargo, ¿cómo se convirtieron estos sumos inadaptados antisistema en la marca global que hoy conocemos? ¿Quiénes fueron sus víctimas? ¿Cuál es el legado olvidado? ¿Alguna vez realmente puede el artista separarse del arte?
Fundador en 1897 del Teatro del Arte de Moscú, la figura de Constantin Stanislavski (1863-1937) ocupa un puesto destacado en la reformulación de la labor interpretativa planteada a principios del siglo XX a causa de su empeño en desarrollar una concepción teatral basada en la adecuada ambientación de cada obra y en la preparación psicotécnica del actor. La construcción del personaje, su último libro, fue publicado postumamente, y el tratamiento de los temas que en él se abordan -la caracterización física de los autores, el vestuario, la expresión corporal, la plasticidad del movimiento, la contención y el control, la dicción y el canto, la acentuación y la expresividad, el ritmo en el movimiento y el lenguaje, la ética teatral, etc.- da fe de la riqueza de experiencias, el talento didáctico y el sentido dramático del gran actor y director de escena.
Nueva edición de la obra maestra del Arq. Eugenio Pérez Montás, uno de los mejores libros sobre la historia de Santo Domingo: desde su inicio hasta la actualidad. En su elegante presentación de lujo y estuche individual.
Los críticos musicales de la época describieron la voz de la soprano noruega Kirsten Flagstad como la luz del sol que incide sobre la cúspide de una montaña coronada por un glaciar. Jessye Norman la asemejó al oro líquido sobre terciopelo negro, mientras que Elisabeth Schwarzkopf percibió que tenía la dimensión de una madre cósmica que abraza el universo.