En junio de 1937, varios agentes de la policía secreta, a las órdenes del conocido comisario soviético Orlov, detienen y secuestran en Barcelona al dirigente comunista Andreu Nin. En una ciudad en guerra contra el fascismo y desgarrada por las luchas intestinas entre anarquistas y comunistas, el máximo dirigente del POUM, un partido marxista de corte heterodoxo, hacía años que había concitado las iras de Stalin. Y eso era una pésima noticia. Nin (El Vendrell, 1892-Alcalá de Henares, 1937) fue maestro, escritor, traductor y, ante todo, un intelectual revolucionario fiel a los postulados leninistas que, tras nueve años en la Unión Soviética, no se cansó de denunciar la posterior degradación de la Revolución rusa a manos de Stalin. Acusado falsamente de traición y conspiración contra la República, Andreu Nin fue trasladado en secreto a Alcalá de Henares para ser interrogado. Su cuerpo jamás apareció.
La red infinita retrata, en primera persona, a una mente artística única, atormentada por miedos y obsesiones, pero decidida a alcanzar y mantener su posición al frente de la vanguardia artística mundial.
Una innovadora biografía de Edgar Allan Poe que pone de relieve su fascinación y sus enemistades con la ciencia.
Edgar Allan Poe no fue solo autor de relatos góticos y poesía, crítico y periodista, sino también un pensador profundamente interesado en la ciencia y la filosofía natural. Este libro del profesor John Tresch profundiza en esta apasionante faceta de un Poe que vivió el febril dinamismo de dichas disciplinas a lo largo del siglo XIX en Estados Unidos. A través de viñetas biográficas, cartas privadas, el análisis de su obra y breves ensayos sobre diversas teorías científicas, esta minuciosa investigación explora cómo el entorno intelectual de la época, caracterizada por rápidos avances en astronomía, física y otras ciencias naturales, contribuyó a moldear su imaginación.
Esta es una innovadora biografía del autor de El escarabajo de oro que pone de relieve su relación de amor y odio con la ciencia, así como la curiosidad de un poeta melancólico, ensayista cosmológico y narrador detectivesco cuyos escritos exploraron lo oscuro y misterioso: esto es, la razón de ser de la ciencia.
Esta es la autobiografía inédita de Margarita Alexandre, española pionera en la dirección de cine durante la dictadura franquista y la Revolución cubana.
Margarita dejó como testimonio de vida una decena de películas como actriz y otras tantas como productora, directora y guionista. Sin embargo, fue esta obra autobiográfica el fruto al que más tiempo dedicó. Desde que yo tengo memoria de ella, pasaba los días y las noches frente al ordenador, intentando sacar, ordenar y transmitir todas las vivencias que aquí se relatan.
A pesar de las dudas que siempre mantuvo acerca de la validez de estos textos, hoy los presentamos aquí con la convicción de que el lector encontrará en ellos una valiosa experiencia de vida y una visión, cuyo ejemplo quizás lo mueva e incite a afrontar la vida y sus dificultades con plena libertad.
Entre el invierno de 1821 y la primavera de 1824, murieron John Keats, Percy Bysshe Shelley y lord Byron, la segunda generación del Romanticismo inglés. En su persecución de la belleza y de la muerte, escapando de la conservadora Inglaterra, hallaron lo sublime en una tierra de mar y de misterio, Italia, donde descubrieron que el triunfo de la poesía era la muerte. Ninguno de ellos supo lo que era cumplir 40 años. Los tres ambicionaron el amor y la gloria literaria, pero un pasado cargado de sombras los perseguiría hasta el fin de su desgracia. El profesor Fernando Valverde ha construido un relato apasionante que nos invita a compartir esos años finales —con sus inquietudes, desvelos y emoción— con los tres grandes protagonistas. El resultado es un relato de no ficción, literario y exquisito, que es, sin duda también, un conmovedor tributo al amor a la poesía y a los libros.
El llamado «Lenin español» que se convirtió en el único obrero jefe del Gobierno de España y un líder esencial del siglo XX
Francisco Largo Caballero fue un sindicalista y político, dirigente del Partido Socialista Obrero Español y de la Unión General de Trabajadores. Fue el dirigente obrero más relevante en España y auténtico heredero del fundador, Pablo Iglesias, al tiempo que un dirigente de masas, ministro y presidente del Gobierno, promotor y mantenedor de proyectos societarios. La personalidad y la actuación de Largo Caballero fueron siempre complejas, poliédricas y contradictorias. Le tocó vivir tiempos convulsos en primera línea de la política: la dictadura de Primo de Rivera, la República y la Guerra Civil. Su liderazgo y sus decisiones han sido muy criticados y, su figura, desnaturalizada con frecuencia.
En su calvario en el exilio clamaría: «Desde el año 1909, ¡treinta años!, no me he visto libre jamás de las garras de la policía y de los tribunales, y todo por el delito de tener ideas socialistas». Era marxista revolucionario pero también un reformador social y un sindicalista pragmático. Fue cinco veces concejal en el Ayuntamiento de Madrid donde combatió la corrupción al tiempo que dirigía la ejemplar Mutualidad Obrera. Desde la huelga general en España de 1917, que casi le llevó al paredón, pasó por etapas legalistas y rupturistas. Rehuyó la confrontación con la dictadura primoriverista pero se implicó en la llegada de la República en 1931 donde fue un gran ministro de Trabajo; en 1934 se embarcaría en la fracasada Revolución de Octubre. Con la llegada de la Guerra Civil se recurre a él para presidir el Gobierno desde el cual intentó disciplinar al ejército y mantener unidos a los republicanos. Enfrentado a los comunistas y a una parte de los socialistas, en 1937 fue obligado a abandonar el cargo y, en Francia, fue perseguido por los agentes franquistas hasta terminar en el campo de exterminio nazi de Oranienburg.
Al regresar a Francia en 1945, con pocos meses de vida por delante, sintiéndose «más español y más socialista si cabe que nunca» defendió su propuesta de una Transición pacífica y sin revanchas. Esta vez tuvo el apoyo de Indalecio Prieto y del PCE pero ya era tarde para él... y para España.