¿Cómo sabemos que la Tierra es redonda? ¿Cómo se ha desmontado el terraplanismo a lo largo de los siglos?
Para convencernos de que la Tierra es redonda -aunque todavía hay quien lo duda-, los científicos de todas las épocas han tenido que poner a prueba su ingenio: desde Eratóstenes, que en el siglo III a. C. calculó con una exactitud sorprendente el diámetro y circunferencia de la Tierra midiendo sombras de obeliscos y, quizá, estimando lo que tardaría un camello en ir de Siena a Alejandría, a las primeras fotografías de la Tierra vista desde la Luna que tomó la tripulación del Apolo 8 y conmocionaron al mundo. Esta es la historia de una aventura científica de más de 2.000 años plagada de errores, grandes logros y algunos golpes de suerte.
"Piedra Rosetta de la naturaleza", punto de partida de toda la Química, la tabla periódica de los elementos no es solo la compilación de conocimientos más compacta y significativa elaborada hasta hoy, sino que refleja el orden natural de las cosas en el mundo y, por lo que sabemos, en todo el universo. En este libro, Eric Scerri relata los antecedentes y concepción de este instrumento maravilloso, a qué obedece su lógica interna, cuál es su lugar dentro de la historia de la ciencia y de la química, y quiénes fueron y son sus principales hacedores y protagonistas.
¿Qué define quiénes somos? Hasta ahora, la biología nos ha dicho que eran los genes. Hoy, el destacado biólogo Alfonso Martínez Arias rompe con la tradición popular para presentar un argumento revolucionario: lo que nos define son nuestras células.
Basándose en su investigación pionera, Martínez Arias nos revela que estamos compuestos por una sinfonía de células emocionantemente compleja y en constante reorganización que sabe contar, sentir y que da forma a nuestro cuerpo. Aunque el ADN es importante, nuestros genes no explican por qué tenemos el corazón a la izquierda, por qué tenemos cinco dedos en cada extremidad, por qué los gemelos tienen huellas dactilares diferentes o por qué es posible que una madre no tenga el mismo ADN que sus hijos biológicos. En el centro de todo ello hay una nueva y poderosa concepción de la esencia de la vida: nuestras identidades se conforman por las interconexiones existentes entre las células. Estas cooperan para crear algo mayor que ellas mismas: el linaje ininterrumpido que nos conecta con el óvulo fecundado a partir del cual nos desarrollamos y con la primera célula viva de la Tierra, que nos remonta a miles de millones de años de la historia de nuestro planeta.
En Las arquitectas de la vida, Martínez Arias lleva a cabo una revisión radical del presente, así como de toda la historia de la vida, y nos propone un nuevo paradigma para entender la biología, y transforma nuestra manera de abordar las cuestiones de dónde venimos, qué nos moldea y hacia dónde vamos como individuos, como especie y como comunidad.
Una audaz y maravillosa reflexión sobre cómo algunos animales sienten el entorno y cómo su percepción abre nuevas formas de apreciar lo que nos rodea.
Richard Dawkins sugería que podemos ver el mundo de manera inusual para recuperar la sensación de estar en un mundo nuevo, y eso es lo que nos invita a hacer esta exploración de la herencia evolutiva de los sentidos. A través de trece ejemplos conoceremos un modo asombroso de captar el entorno y aprenderemos sobre nuestra propia percepción. Los seres sintientes con los que compartimos el planeta nos enseñan una forma renovada de advertir lo que nos rodea, y conociendo sus historias accederemos a una vivencia del mundo fascinante.
Gracias a una nueva manera de estudiar nuestra historia, con el empleo de experimentos psicológicos, trabajo de campo y big data, Whitehouse identifica tres sesgos que marcan el comportamiento humano: el conformismo, la religiosidad y el tribalismo. Claves para entender transformaciones como el nacimiento de la agricultura y los primeros estados centralizados, el auge y caída de los sacrificios humanos o la creación de imperios multiétnicos, hoy sus efectos son muy perniciosos. Con ejemplos de las tribus de Nueva Guinea, las milicias libias o las hipercompetitivas agencias de publicidad, el autor demuestra cómo las herramientas que usábamos para gestionar nuestros sesgos ya no funcionan, así como las terribles cosecuencias que esto acarrea. Herencia revela cómo la naturaleza humana ha definido nuestra historia y descubre una sorprendente manera de resolver nuestros problemas más acuciantes. El resultado es una poderosa reevaluación de la trayectoria de la humanidad, que revoluciona tanto la idea de quiénes somos como la de quiénes podemos llegar a ser.
Cuando la zarigüeya se siente amenazada, se paraliza, con los ojos y la boca abiertos en una mueca petrificada, la temperatura corporal y respiración reducidas al mínimo, la lengua desplegando un tono azulado y sus glándulas anales oliendo a podrido. Pese a este disfraz de cadáver putrefacto, sigue pendiente de su entorno, lista para volver a la acción. Como el gato en la famosa paradoja de Schrödinger, la zarigüeya está viva y muerta al mismo tiempo.
En este libro exploraremos lo que la zarigüeya nos puede enseñar acerca del concepto de la muerte de otras especies. Asimismo, aprenderemos cómo los animales viven la mortalidad de la mano de hormigas que asisten a su propio entierro, chimpancés que limpian los dientes a cadáveres, perros que se meriendan a sus dueños, cuervos que evitan los sitios donde vieron un muerto, elefantes obsesionados con recolectar marfil y ballenas que cargan con sus fallecidos durante semanas.
A lo largo de la historia, el ser humano se ha creído el único animal con una consciencia de la mortalidad. En este libro, que mezcla teoría filosófica con los últimos descubrimientos en etología y psicología comparada, veremos que esta creencia no obedece más que a nuestros sesgos antropocéntricos y que, también en nuestra relación con la muerte, somos tan solo un animal más.