«Podemos saber más de lo que podemos decir». El polímata y erudito Michael Polanyi se sirvió de sus experiencias y descubrimientos en las ciencias naturales, enriquecidos por las aportaciones de las ciencias sociales, para desarrollar una original teoría del conocimiento que sintetiza su concepción del quehacer científico.
Publicado por primera vez en 1966, La dimensión tácita se basa en las Conferencias Terry que Polanyi pronunció cuatro años antes en la Universidad de Yale. En él sostiene que el «conocimiento tácito» (la tradición, las prácticas heredadas, los valores implícitos y los prejuicios) es una parte crucial del conocimiento científico, aunque no puede formalizarse de forma explícita ni ser expresado con palabras exactas.
Las parábolas del Nuevo Testamento siguen siendo omnipresentes. Muchas de estas narraciones didácticas con las que Cristo predicaba el Evangelio han trascendido al imaginario popular y al lenguaje cotidiano y, sin embargo, pocos han percibido las enseñanzas de una de las analogías más frecuentes de Cristo: el dinero.La fuerza de estos relatos perdura porque los ejemplos del Mesías son atemporales, como también lo son los dilemas sobre la distribución de los recursos. De estas alegorías, que tienen un significado espiritual más profundo, pueden extraerse múltiples lecciones prácticas sobre el cuidado de los pobres, la administración de la riqueza, la distribución de herencias, el manejo de las desigualdades o la resolución de las tensiones familiares.
Cuando Tirole ganó en 2014 el Premio Nobel, empezaron a pedirle su opinión acerca de la actualidad. Su paso del mundo académico al público lo llevó a reflexionar sobre el papel del economista. Así surgió este apasionado manifiesto en el que la economía, lejos de considerarse una "ciencia lúgubre", se presenta como una fuerza positiva a favor del bien común.
En definitiva, el lector se encuentra frente a una obra colosal que por estar en formato divulgativo no carece de ningún mérito; por el contrario, este aspecto agiganta la figura de Henry Hazlitt como idóneo economista y eximo escritor. Espero haber podido transmitir en este prólogo la satisfacción que me generó la lectura de la presente obra, y espero que, del mismo modo que me ocurrió a mí, le abra las puertas de la más maravillosa corriente de pensamiento del análisis económico: la Escuela Austriaca.
[Del prólogo de Javier Milei]
A los 70 años de la publicación de La Economía en una lección, parecería que las enseñanzas básicas que contiene el que probablemente sea el libro de divulgación económica más exitoso de la historia deberían encontrarse ya interiorizadas por el conjunto de la sociedad. Máxime cuando según el propio Henry Hazlitt se trata de una única lección, a saber: 'la economía es la ciencia que calcula los resultados de determinada política económica, simplemente planeada o puesta en práctica, no sólo a corto plazo y en relación con algún grupo de intereses especiales, sino a la larga y en relación con el interés general de toda la colectividad'.
[Del prólogo de Juan Ramón Rallo]
La Escuela Austriaca de Madrid constituye un fenómeno de reciente implantación. Desde sus orígenes en los primeros seguidores esporádicos de autores como Hayek o Mises a mediados del siglo XX, los austriacos han ido copando cada vez más espacios de debate, tanto público como académico. Así, a los hermanos Reig Albiol, los grandes introductores del pensamiento austriaco en aquella España de finales de los años 50, les siguieron otros autores, hasta llegar a personajes más actuales como Huerta de Soto, Bagus, Alonso Neira, Rallo, etc. Pero este libro no ofrece únicamente un recorrido histórico por la formación y desarrollo de la Escuela Austriaca de Madrid, sino por sus debates actuales. En este sentido, la Escuela Austriaca de Madrid constituye un ente en plena evolución, vivo y con señales de no haber alcanzado aún su máximo esplendor. Cuestiones como la teoría monetaria, la historia del pensamiento económico o la teoría evolutiva de las instituciones son algunos ejemplos de cómo el debate en el seno de la Escuela Austriaca de Madrid se encuentra más activo hoy que nunca.
La gran divergencia arroja luz sobre uno de los grandes interrogantes de la historia: ¿por qué empezó el crecimiento industrial sostenido en el noroeste de Europa? El historiador Kenneth Pomeranz demuestra que ya en 1750 la esperanza de vida, el consumo y los mercados de productos y otros factores eran comparables en Europa y Asia Oriental. Además, ciertas regiones clave de China y Japón no estaban en peor situación ecológica que las de Europa Occidental, y cada región se enfrentaba a la correspondiente escasez de cultivos agrícolas.