Justo después de terminar La llamada, uno de los mejores libros de no ficción de los últimos tiempos, Leila Guerriero se dirigió hacia la Costa Brava tras los pasos de Truman Capote, quien escribió allí gran parte de su célebre A sangre fría.
El resultado es La dificultad del fantasma, obra de agudeza, estructura, estilo y ritmo soberbios que mezcla investigación sobre el terreno, reportaje sobre la manipulación de la memoria, diario de escritura y reflexión sobre el ejercicio de un género literario que, justamente con A sangre fría, Capote pretendió fundar. Género que Leila Guerriero ha llevado a un nivel extraordinario de rigor y excelencia.
La dispersión, publicado por Eugenio Trías a principios de los setenta, ofrece un conjunto de aforismos -lúcidos y lúdicos- sobre los principales temas y problemas de la filosofía, del arte, de la escritura misma y también del quehacer humano. Cada uno de esos breves textos constituye una invitación a reflexionar sobre aquellas cuestiones que por su carácter trascendental han sido objeto permanente en nuestras inquietudes. Un Eugenio Trías vitalista, a ratos carnavalesco y hedonista pero siempre profundamente platónico, lanza un guante al lector en cada texto de este sugerente y provocador libro que incita a la reflexión e, incluso, a la polémica también. Y es que, como señalaba el propio Trías, «Escribir es inscribir algo en la carne. Es tatuar al que lee.»
La dispersión de las semillas recoge cuatro proyectos de libro —inéditos en castellano— en los que trabajaba Thoreau antes de morir. «La dispersión de las semillas» es el principal: un texto que, en un momento en el que la generación espontánea o la permanencia de las especies eran lugares comunes, cuando no dogmas de fe, trata de demostrar de qué manera el viento, el agua y los animales participan en la creación y regeneración de los bosques.
Completan el volumen, preparado por Bradley P. Dean, tres escritos de la misma época y que complementaban ese gran estudio de las semillas: «Frutos silvestres», «Hierbas y pastos» y «Árboles forestales».
Este libro cuenta, además, con un prólogo de Gary Paul Nabhan, una introducción de Robert D. Richardson, jr., unas magníficas ilustraciones de Abigail Rorer y un epílogo de Marc Badal.
La Escuela de Frankfurt protagonizó uno de los intentos más ambiciosos de renovación del marxismo como instrumento de análisis de las formas de dominación en las sociedades contemporáneas. Sus ideas no solo inspiraron el clima filosófico y cultural que animó las jornadas revolucionarias de mayo del 68, sino que también dejaron una huella indeleble en la configuración teórica de la Nueva Izquierda. En este libro, un clásico sobre el género en Italia, el profesor Giuseppe Bedeschi reconstruye de forma magistral la trayectoria intelectual de la Escuela de Frankfurt a través de sus representantes -Adorno, Horkheimer, Benjamin, Marcuse o Fromm- y sus principales aportaciones teóricas a la historia del marxismo occidental. Traducción de Manuel Cuesta
Si un perro pudiera escribir un libro de filosofía estaríamos más cerca de entender el verdadero sentido de la vida.
El filósofo y profesor Mark Rowlands se basa en su propia experiencia con perros, en las ideas de filósofos como Sócrates, Hume o Sartre, y en la vanguardista psicología de la cognición canina para explorar el modo en que los perros experimentan y disfrutan del mundo y de este modo acercarnos a una mejor comprensión de nosotros mismos. Es inevitable que los dueños de perros se pregunten a veces por la felicidad y los sentimientos de su mascota y, vista la exuberante felicidad con la que un perro experimenta las actividades más simples y rutinarias, también es inevitable preguntarse si las respuestas que nos darían no serían mejores que las nuestras a la hora de abordar temas como la naturaleza de la bondad, lo que significa la amistad y si es posible una vida plena.
Adentrándose en la moralidad, las libertades, la conciencia, la inteligencia y el amor por la vida de los perros, Rowlands nos descubre que tienen una manera única de existir que equivale casi a una perspectiva filosófica diferente.
Juan Villoro relata en La figura del mundo algunos pasajes memoriosos en torno a su padre, el pensador mexicano-catalán, Luis Villoro. Sin el afán de escribir una biografía en estricto sentido, Juan evoca aquí la vida singular de quien fuera filósofo, luchador social, zapatista y autor de una obra fundamental. En este libro hace una aproximación a una figura a la vez íntima y pública, adentrándose en las complejidades de cualquier vida, narrando con maestría instantes que se desdoblan para entender el ubicuo presente. Recupera así la esencia de un padre quien estuvo presente en la vida familiar de un modo intangible, un padre que debe ser indagado por un hijo que intuye sus afectos y renueva, de este modo, el pasado.
Escrito con gran sensibilidad y agudeza, este libro condensa el asombro y la emotividad de un autor para el que la escritura se convirtió en «una permanente carta al padre».