Un fascinante recorrido filosófico por la historia cultural en torno a la tensión entre el individuo y la sociedad.
Cada uno de nosotros es, antes que nada, un ser individual, único. Y si para muchos esto es un estímulo para cultivar la propia singularidad, para otros esta individualidad puede convertirse en una acuciante sensación de soledad, de la que solo es capaz de rescatarnos la pertenencia a un grupo o a una clase social, o la adhesión a una ideología. La historia de la filosofía nos muestra numerosos ejemplos de cómo algunos escritores y pensadores han reflexionado sobre cómo mantener viva la propia singularidad frente a las exigencias del clan o de la sociedad en su conjunto. Con esta tensión como telón de fondo, Safranski presenta las ideas de los genios artísticos renacentistas, los primeros ecologistas del siglo xix o los pensadores existencialistas. Y también nos brinda inéditas perspectivas sobre autores como Montaigne, Rousseau, Diderot, Kierkegaard, Hannah Arendt, Elias Canetti o Ernst Jünger.
Escrita entre 1978 y 1980, cuando el autor tenía alrededor de veintiséis años, Sobre el cuerpo es la primera obra del reconocido filósofo André Comte-Sponville. Esta colección de aforismos es la primera aproximación del autor a los intereses y temas que ha ido desarrollando a lo largo de toda su obra, e incluso a aquellos autores ?Epicuro, Spinoza, Montaigne y Marx, entre otros? que se han convertido en los referentes de su viaje filosófico.
“¿Por qué es imposible que los filósofos de hoy en día no puedan escribir, al menos en parte, como hablan? ¿Son necesarias estas palabras tan terriblemente artificiales? ¿No se puede decir lo mismo de una forma más natural y humana? ¿Debe ser insoportable un libro para que sea de filosofía?”.
Siguiendo la estela de estas palabras que Friedrich W. J. Shelling dejó escritas hace más de doscientos años, Günther Anders centró buena parte de su obra en la reflexión sobre el lenguaje y el estilo filosóficos. Su búsqueda de un tono directo, lo menos “deformado” posible, que beba del mismo lenguaje cotidiano sin que por ello pierda precisión y claridad, lo opuso a la forma estilísticamente esotérica habitual dentro de su propio gremio: “Porque no hay ningún grupo que escriba en bloque de forma tan deplorable como ellos, y su tono de mezcla de cátedra sagrada, de mística y olor a moho, de exaltación y cuero es apenas soportable al oído del amante de la verdad”.
De todo ello trata, con ironía y a veces con amargura, pero con implacable lucidez, el texto que aquí presentamos, “Sobre el esoterismo del lenguaje filosófico”, hasta la fecha la única versión completa y corregida que existe en castellano.
¿Qué recorrido ha hecho la amistad desde el mundo antiguo hasta hoy? ¿Ha cambiado la Red de manera esencial el modo en el que nos relacionamos con nuestros amigos y enemigos? Uno de los autores clásicos que más ahondó en esta cuestión fue Plutarco, en tres de sus textos fundamentales nos enseñó a extraerle todo el jugo a este vínculo afectivo, a consolar, a protegernos de pelmas y de aprovechados, a ganar buenas compañías y a conservarlas... En definitiva, a volvernos maestros de esta clase de relaciones. Muchas de estas lecciones siguen vigentes, pero los tiempos
han cambiado. Internet ha supuesto una revolución
de los lazos humanos. Gonzalo Torné, con un ojo puesto en la obra de Plutarco, nos cuenta cómo las redes sociales y la mensajería instantánea nos han procurado nuevas maneras de prometer, de traicionar, de hacernos cargo; en definitiva, de vivir.
«El nacionalismo es sin duda la más poderosa y quizás la más destructiva fuerza de nuestro tiempo. Si existe el peligro de aniquilación total de la humanidad, lo más probable es que dicha aniquilación provenga de un estallido irracional de odio contra un enemigo u opresor de la nación real o imaginario […]. Quizás la humanidad viva lo suficiente para ver el día en que el nacionalismo parezca absurdo y remoto, pero para ello deberemos entenderlo y no subestimarlo; y es que aquello que no es comprendido no puede ser controlado: domina a los hombres en lugar de ser dominado por ellos.»
A finales del siglo IV a. C. Epicuro fundó una escuela filosófica del todo opuesta al idealismo platónico imperante. Desde una perspectiva mucho más empírica y natural, su doctrina reivindicó el papel de los sentidos (única fuente de sabiduría posible) y la búsqueda del placer para alcanzar la felicidad (único objetivo final). Este hedonismo, sin embargo, debía acompañarse de cierta ética, capaz de distinguir placeres buenos (o «naturales», como comer o dormir) y malos (o innecesarios y vanos, como beber sin sed o buscar la lujuria). De aquí la necesidad de la filosofía, cuya práctica defendió Epicuro durante toda la vida: «porque para alcanzar la salud del alma, nunca se es ni demasiado viejo ni demasiado joven».