Un ensayo clave para entender el fascismo español en todas sus dimensiones.
De todas las dictaduras europeas del siglo xx solo hubo dos «regímenes fascistas» significativos y las diferencias entre ellos eran tan profundas que parecían no pertenecer a la misma tipología política: el italiano original y el nacionalsocialismo alemán.
En España influyó especialmente el fascismo italiano, porque llegó primero y porque era un país más afín que Alemania, aunque realmente no se desarrolló hasta la Segunda República. En esencia, el fascismo español, representado por Falange, era muy débil, y la caída del Gobierno de Mussolini en 1943 también inició un largo proceso de abandono, que se materializó con la transformación de Falange en Movimiento Nacional por Franco, cuyo final no se produjo hasta 1977.
Las figuras de José Antonio Primo de Rivera y Franco confluyeron en un momento crítico de la historia española. La victoria del segundo en la Guerra Civil sirvió, en parte, para difuminar la personalidad y la obra del fundador del fascismo en España.
El 3 de diciembre del 63 a.C. se produjo un debate en el senado de Roma para decidir el castigo para los cinco arrestados por su implicación directa en la conjura de Catilina. Gayo Julio César y Marco Porcio Catón defendieron puntos de vista antagónicos: mientras César defendía el derecho de cualquier ciudadano a no ser ejecutado sin un juicio; Catón exigía la inmediata ejecución de los cinco detenidos para evitar males mayores. A pesar de que Catón era un recién llegado al senado y cinco años más joven que César, después de su intervención los senadores rompieron a aplaudir y la moción de Catón quedó aprobada por una mayoría abrumadora. La propuesta de César había sido aplastada. Esta discusión sería el inicio de una rivalidad mortal entre ambos que se alargaría durante diecisiete años.
Durante siglos, muchos han argumentado que la caída de la República Romana tuvo sus raíces en la corrosión institucional.
Nos han contado mal la historia y nos la hemos creído. Este es el punto de partida de un sugerente ensayo divulgativo que tiende puentes entre las dos orillas del Atlántico y que ofrece una visión renovada y certera, alejada de maniqueísmos simplificadores, sobre el fertil encuentro entre culturas que cambió el mundo para siempre.
Una obra imprescindible que, con elegancia y rigor histórico, redefine nuestra visión del mundo, a menudo idealizado, previo a la Primera Guerra Mundial.
La torre del orgullo se ha constituido como la obra histórica de referencia sobre los años previos al estallido de la Primera Guerra Mundial, un periodo que, lejos de la belleza que sugiere su denominación como Época Dorada, o Belle Époque, supuso la eclosión de profundos conflictos y tensiones que se habían ido gestando a lo largo de las décadas anteriores. Y es que ha sido una mirada nostálgica la que ha condicionado nuestra percepción de aquellos tiempos: la vida pacífica y segura no era tan común, y mientras proliferaban las brillantes fiestas del naciente ballet ruso, estallaba el escándalo del caso Dreyfus y crecía el descontento obrero.
Barbara W. Tuchman, doblemente galardonada con el Premio Pulitzer y experta en la Gran Guerra, revela en esta obra la compleja realidad histórica que provocó un conflicto que dividió aquella época de la nuestra, que disolvió cosmovisiones y que hirió irremediablemente al conjunto de la sociedad.
En agosto de 1942, una asediada Malta estuvo a pocas semanas de rendirse porque sus 300.000 habitantes ya no podían ser alimentados. Churchill tomó la decisión personal de salvar a toda costa la “isla fortaleza”. No se trataba simplemente de una cuestión de estrategia, sino de prestigio nacional, cuando la fortuna y la moral de Gran Bretaña habían caído a su punto más bajo.
Por las páginas de este libro veremos desfilar catastróficos hundimientos de buques, junto con luchas por rescatar a los supervivientes y salvar los barcos siniestrados. Max Hastings describe esta historia como una de las más extraordinarias que jamás haya contado. Hasta las últimas horas, ningún participante de ninguno de los dos bandos pudo saber cuál sería el resultado de una epopeya de suspense y valor en tiempos de guerra.
Ad Absurdum recorre en esta desternillante pero rigurosa obra milenios de historia, del origen de la humanidad hasta la irrupción de la modernidad, para responder a preguntas fundamentales que todo el mundo se ha hecho alguna vez: ¿De dónde venimos? ¿Qué le debemos a los mongoles? ¿Puede un camellero huérfano cambiar la geopolítica mundial?
En este libro encontrarás muchos aspectos del pasado de la humanidad. No solo política o guerra, sino también escritura, trabajo, tecnología, creencias, chapuzas… Todo lo que nos hace humanos, para bien o para mal (más bien mal, porque somos bastante liantes).
La historia humana se construye a golpe de látigo, martillo y bisturí, pero sobre todo mediante ideas, decisiones y acciones. Recordar todas esas cosas que nos han traído hasta aquí nos puede ayudar a vislumbrar hacia dónde queremos ir.
Unas ochocientas fotografías originales acompañadas de una clara información. Hechos nuevos e ideas recientes. Cubre extensamente todos los aspectos de la I Guerra Mundial con textos e ilustraciones.
Novecientas fotografías comentadas. Imágenes de todos los escenarios bélicos. Con un índice pormenorizado y claras explicaciones históricas. Ofrece un examen de las causas y consecuencias de la guerra.
El 15 de septiembre de 1916, los soldados alemanes se quedaron petrificados al contemplar cómo monstruos de acero de treinta toneladas armados con cañones y ametralladoras avanzaban sobre sus posiciones en la batalla del Somme. Aunque la mayoría de los carros británicos fueron aniquilados, la irrupción de estos ingenios en la Primera Guerra Mundial provocó un terremoto a nivel mundial. El temblor se dejó sentir también en España, donde el Ejército quiso hacerse con los más letales vehículos.
Bestias de acero es el relato de cómo el Ejército español se dotó con sus primeros medios blindados y organizó sus unidades para las sangrientas guerras de Marruecos. Sin experiencias previas, tocó aprender sobre la marcha cómo se combatía en aquellas cajas talladas en acero. La Guerra Civil sería testigo del primer gran enfrentamiento de la historia entre carros de combate. La posguerra fue el tiempo de sobrevivir, aunque nació la primera gran unidad acorazada: «la Brunete». Posteriormente vendría un periodo de pujanza, de modernización, de eclosión de medios y unidades. Y, tras años de vaivenes, hoy España dispone de un exiguo número de unidades, aunque excelentemente preparadas para afrontar las misiones que les sean encomendadas.