Las escuadras de La Habana y Jamaica estaban destinadas a enfrentarse. La primera buscaba defender la flota presta a zarpar desde Nueva España con extraordinarias cantidades de oro, plata, y valiosas mercaderías, imprescindibles en España. La segunda intentaría a toda costa capturarla, cumpliendo así el designio de su almirante. El 12 de octubre de 1748, al este de La Habana, sobre la zona de Boca de Jaruco y Santa Cruz del Norte, se produjo el combate, seguramente el más importante en lo que iba de siglo en aguas cubanas. Andrés Reggio y Charles Knowles como máximos oficiales pusieron en valor lo mejor de sus conocimientos, secundados por valiosos oficiales, marineros y militares altamente capacitados en el arte de la guerra en el mar. Vencedores y vencidos son etiquetas que no siempre evidencian la esencia de una batalla y mucho menos el valor de los que la libraron. Si algo se pretende enfatizar es el coraje y el honor de los hombres que tomaron parte en el lance.
Una novela que revela la personalidad, compleja y siniestra, de Ilse Koch, que instauró junto a su marido un reino de terror en el campo de concentración de Buchenwald.
Durante sus años allí, Ilse Koch coincide con Helene Keller, esposa del subcomandante del campo. Entre ellas surgirá una «amistad especial» y Helene pronto descubrirá el magnetismo de frau Koch, que parece haber embaucado a hombres y mujeres con su reconocido encanto sexual, y su obsesión por los experimentos médicos con cuerpos humanos: cabezas reducidas de prisioneros o pantallas de lámparas fabricadas con piel humana, entre otras aberraciones.
La intensa relación entre Ilse Koch y Helene Keller convierte a esta última en testigo esencial de los horrores vividos en el campo. Finalizada la guerra, Helene consigue huir de Alemania y establecerse anónimamente en Estados Unidos. Sin embargo, un intrépido reportero descubre su verdadera identidad.
Basada en hechos y personajes reales, y documentada de manera minuciosa, La bruja de Buchenwald muestra la capacidad del ser humano para hacer el mal y la facilidad con que algunas personas pueden verse arrastradas como cómplices.
En el año 1907, el explorador anglo-irlandés Ernest Shackleton se embarcó en una nueva aventura antártica. Había iniciado su experiencia polar años antes, como tercer oficial de Robert F. Scott, con quien participó en 1902 en el primer intento por alcanzar el Polo Sur. No fue posible, pero aquella aventura volvió a atraer la atención de la sociedad británica hacia las regiones polares y cambió para siempre el rumbo de la vida de Shackleton. Tal fue su fascinación por la Antártida que nada más regresar decidió volver y, en este caso, liderando su propia expedición. El fin último volvería a ser alcanzar Polo Sur Geográfico, aunque también se llevó a cabo un extenso programa científico, que incluiría la exploración geográfica de diversas zonas de interés, como el ascenso al desconocido volcán Erebus y la localización del Polo Sur Magnético.
Este singular libro parte de un breve viaje de su autor, y de un largo periplo como lector (el viaje a otros viajes) con el que Alejandro J. Ratia teje un cuadro polifónico en el que los caminos de sus personajes se entrecruzan. Se trata de un periodo (primera mitad del siglo XX) en que convivían la exaltación del exotismo y la crítica al modelo colonial, tiempos en que viajar hasta Tahití o Bora Bora no era ya aventura alguna, nada comparado a los relatos fundacionales de Bougainville, Cook y Wallis, cuando aquel país (anticipado por fabulaciones y poemas) apareció de repente como un sueño hecho realidad, una maravilla que corría el peligro de esfumarse al tocarla. Era el destino perfecto, paraíso del sexo, donde se vivía sin trabajar y la comida brotaba de los árboles.
De la cultura tahitiana aún quedaban los rescoldos cuando recalaron por allí Stevenson, Gauguin o Pierre Loti, pero el sueño polinesio se había reconvertido ya en un mito paradójico, respecto al espíritu explorador o el impulso predatorio. El universo mítico que rodea a Tahití, como viaje de ida y vuelta, será el destino perfecto no tanto del emprendedor aventurero como del soñador disoluto, preso de la tentación de la indolencia. Pocos de los personajes retratados por Ratia se decidieron a morir allí. Todos llegaron a tiempo de abordar una arqueología de la aventura. Tahití es ese lugar al que se planea viajar para encontrarse de vuelta en casa.
9 de agosto de 378. En las llanuras al noroeste de la ciudad de Adrianópolis, en la provincia romana de Tracia -actualmente Turquía- se desarrolló una batalla decisiva para el Imperio Romano. Las legiones del emperador Valens se enfrentaron a las hordas godas que habían atravesado la frontera más oriental del imperio y sufrieron la más severa derrota desde la victoria de Aníbal en Cannae seiscientos años antes. El imperio sobrevivió todavía un siglo a la sangrienta batalla de Adrianópolis, pero ese día marcó un punto de inflexión: fue el inicio de su fin.
Alessandro Barbero ofrece al lector un apasionante y minucioso relato de esta batalla legendaria y plasma el mundo cambiante en el que se produjo. El resultado es la prodigiosa recreación de una derrota que marcó el inicio de la decadencia del Imperio Romano.
María Luisa de Parma bautizó como "la trinidad" al singular triángulo que formó con Carlos IV y Manuel Godoy. Triángulo entre cuyos vértices se dirimieron las dinámicas de poder, traiciones y, sobre todo, ambiciones desmedidas y fallos de cálculo que terminarían por entregar el país a un oportuno cuarto en discordia: Napoleón Bonaparte. Con un rigor impecable y apoyándose en el estudio minucioso de las fuentes directas, Antonio Elorza recompone en este ensayo la secuencia frenética de acercamientos estratégicos, desafecciones y puñaladas entre los cuatro, pero especialmente entre Godoy y Napoleón, con los que el primero intentaba ganar para sí la legitimidad de un poder que ya ejercía de facto, y el segundo buscaba expandir su imperio. Y demuestra que, gracias a la ambición de Godoy, Napoleón pudo llevar a cabo pacíficamente la ocupación militar de España. Las consecuencias catastróficas de este juego de tronos castizo incluyen la derrota de Trafalgar, que ya hace inevitable la pérdida del imperio americano, y la posterior Guerra de Independencia, trágica destrucción de un país que reflejó Goya en sus Desastres. De otra parte, supuso también la ruina de Napoleón, quien terminó por reconocer que "los españoles se comportaron en masa como un hombre de honor" y que, después de todo, "merecían algo mejor".
"Uno reveló ser un matricida. Otro se dedicó a luchar como gladiador. Dos ejercieron de filósofos. E incluso hay uno al que la Iglesia Ortodoxa tiene por santo y rinde veneración". DAVID POTTER (del Prólogo)"Un libro que nos enseña que aquellas historias de romanos, tan reales como a menudo inverosímiles, siguen siendo el mejor de los combustibles narrativos". EL MUNDO"Contar la historia de Roma no es fácil. Pero Potter lo hace de una manera amena y rigurosa". LUIS ALBERTO DE CUENCA
La historia de la Antigua Grecia como nunca antes nos la habían contado. Un libro riguroso y absolutamente divertido con el que conocer nuestra historia y entender por qué dice mucho más de nosotros de lo que creemos.
Cómo meter toda la antigua Grecia en un ascensor es un apasionante viaje a través del espacio y el tiempo, desde la prehistoria hasta el final de la antigüedad clásica.
Todo comienza cuando dos perfectos desconocidos se encuentran atrapados en un ascensor. Uno es arqueólogo, el otro no. Una simple pregunta —¿a qué se dedica usted?— se convierte en el trampolín de un diálogo que teje una historia fascinante.
El no arqueólogo, al principio irónico e indiferente, bombardea a preguntas al arqueólogo. El arqueólogo, paciente, erudito, encantadoramente irreverente y divertido, responde. El resultado es un relato espectacular, hilarante y absolutamente absorbente sobre la Antigua Grecia, desde la prehistoria hasta su decadente final.
«Con este libro rindo tributo a mi padre y a mi abuelo; ambos médicos psiquiatras, escritores y excepcionales maestros en el arte de disfrutar aprendiendo y gozar enseñando. Continúo la serie de «Locos egregios» que iniciase mi abuelo Antonio y continuase mi padre, Juan Antonio; es, de alguna manera, el tercero de la saga escrito por un miembro de la tercera generación».
Estas palabras de Alejandra Vallejo-Nágera nos introducen en un ensayo apasionante en el que disecciona la condición humana de seis personalidades que un día gobernaron a su nación con una mente trastornada.