Este libro es un recorrido multidisciplinar por la historia apasionante del crecimiento tendencialmente inevitable de la información. La información tejerá con las primeras tecnologías basadas en piedra y fuego nuestro proceso de hominización hasta irrumpir en la primera de las grandes revoluciones de la información que jalonan la historia humana: la revolución del lenguaje nos fraguará como especie, nos hará triunfar sobre el resto de homínidos y provocará la Revolución Neolítica. Tras ella, la revolución de la escritura dará origen a las civilizaciones de la Antigüedad, acelerando el crecimiento de la información con medios como el alfabeto de fenicios y griegos, el papiro egipcio que articuló Roma o el papel chino que impulsó su innovación o la ciencia islámica. EN el final de la Edad Media Europea veremos germinar la tercera de ellas, la revolución de la imprenta, auténtica generatriz de la Revolución Científica y la Revolución Industrial que darán lugar a la Gran Divergencia.
A comienzos del siglo xx, Rusia era un enorme imperio que se extendía desde Polonia, Ucrania y Bielorrusia en Occidente hasta el océano Pacífico en el Lejano Oriente. Al frente de este inmenso país estaba el zar Nicolás II, cuya dinastía, los Románov, había gobernado en Rusia desde principios del siglo xvii con una mezcla letal de crueldad hacia sus súbditos, expansionismo colonial e incompetencia reaccionaria.
En 1917, la Primera Guerra Mundial exacerbó las tensiones en Rusia. En marzo, Nicolás II abdicó y el gobierno provisional que ocupó su lugar para organizar unas elecciones democráticas duró solo ocho caóticos meses antes de que los bolcheviques de Lenin lo derrocaran. En La Revolución rusa, el prestigioso historiador Victor Sebestyen narra los apasionantes acontecimientos que, entre 1917 y 1924, llevaron a la fundación de la Unión Soviética.
Exquisitamente documentado, lujosamente ilustrado y repleto de personajes clave como Lenin, Trotski o Stalin, y de episodios dramáticos como el fusilamiento de la familia real o la rebelión de los marinos de Kronstadt, La Revolución rusa es una obra imprescindible para comprender unos acontecimientos que cambiaron el rumbo de la historia y siguen influyendo en nuestro presente.
Cuando pensamos en los escitas imaginamos un pueblo nómada y bárbaro. En realidad, en su apogeo, los escitas fundaron el primer gran imperio del mundo, que abarcó desde Mongolia y el noreste de China al noroeste de Irán y el Danubio, y que por el sur llegó hasta el mar de Arabia. Su influencia fue decisiva en el surgimiento de la edad clásica en civilizaciones de toda Eurasia, desde el mar Negro hasta China.
En El Imperio escita, el prestigioso historiador Christopher I. Beckwith nos descubre, recurriendo a multitud de fuentes, la historia de este imperio hasta ahora ignorado. Tanto a través de su influencia directa como gracias a la obra de sus sucesores —entre los que se cuentan los imperios persa e indio y los Qin en China—, los escitas y su imperio modelaron el mundo antiguo de una forma sin parangón hasta entonces, en ámbitos tan variados como el armamento, la vestimenta o el gobierno. Inventores del monoteísmo, su impronta es también patente en la religión y la filosofía, con figuras de talla universal como Zoroastro, Buda y Lao-Tse, todos ellos de herencia escita.
En la biografía canónica de Francisco Franco, frente a la visión del dictador como figura providencial, Paul Preston presentó un retrato completísimo, riguroso y apasionante del hombre que durante casi cuarenta años rigió el destino de España.
Franco muestra al militar ambicioso e implacable; al admirador de Hitler y de Mussolini; al dirigente político cada vez más pagado de su propio papel pero incapaz de comprender la complejidad del Estado y la economía modernos. Queda el hombre visceralmente conservador, tan cauto como insaciable, hábil en el manejo de las personas y de los contrapesos del poder.
Un libro imprescindible, ahora en una brillante edición gráfica a cargo de José Pablo García (que ya trabajó con Preston en la adaptación de La muerte de Guernica y La guerra civil española), para quien quiera comprender la historia reciente de España, así como a uno de los personajes centrales de la misma.
¿Sabía usted que el emperador Carlos V le hizo una hija a su abuelastra? ¿Y que Franco tenía la lágrima fácil incluso cuando no le mataban al almirante Carrero?
En este libro no he pretendido escribir la historia que escribiría el pueblo, ya que el pueblo es ágrafo por naturaleza, sino, más bien, una Historia de España contada para escépticos que no creen en la historia de España.
No pretendo que sea veraz, justa y desapasionada, porque ninguna historia lo es, pero por lo menos intentaré que no mienta ni tergiverse a sabiendas, que ya es un propósito sobradamente ambicioso en los tiempos que corren. Además, procuraré que sea amena y documentada, y si el lector aprende algo de ella me daré por bien pagado.
No se escribe esta historia para halagar a nadie. El autor no aspira siquiera a merecer la aprobación indulgente de los críticos, ni a probar tesis alguna. A lo mejor por eso se deja llevar por su curiosidad e indaga en las vidas de los poderosos. No por gusto, ciertamente, sino porque está convencido de que una de las miserias determinantes de nuestra historia, la causa principal del errático y, a menudo, patético rumbo que ha seguido España lo han determinado, y, ¡ay!, lo determinan, gobernantes incompetentes y tarados.
El año 1789 marca el nacimiento de la edad Contemporánea y un cambio de paradigma a nivel europeo y mundial que sacudió los cimientos de la historia. En una Francia sacudida por el hambre, la escasez, la guerra y el descontento social, la monarquía de los Borbones encarnados en Luis XVI se convirtió en la receptora de los odios del pueblo y dio comienzo a un proceso de ruptura y evolución que culminó en la redacción de la primera constitución francesa.
Los acontecimientos de aquellos años, que acabarían aupando al poder a Napoleón Bonaparte, fueron un revulsivo que hizo caer monarquías por todo el continente como si de fichas de dominó se tratase y que, andando el tiempo, se demostró como el mayor proceso transformador de los últimos siglos.