Imágenes rotas fue el tercer volumen que dedicó Simon Leys a la China maoísta, en 1976, año de la muerte del "Gran Timonel". Lejos de elaborar complejas teorías, Leys nos brinda un conjunto de testimonios individuales, confidencias espontáneas marcadas por el sabor amargo de la experiencia vivida bajo el régimen de la mentira desconcertante en los estertores de la "Revolución cultural".
Óscar Calavia se mueve con maestría entre las fuentes directas para aportar su particular visión crítica del Imperio español en América, huyendo al mismo tiempo de la imperiofilia y de la caricatura. Este libro se escribe —nos dice— porque reducir el pasado a la contabilidad de hazañas y fechorías es un modo de desperdiciarlo.
Elvira Roca acomete con rigor en este volumen la cuestión de delimitar las ideas de imperio, leyenda negra e imperiofobia. De esta manera podemos entender qué tienen en común los imperios y las leyendas negras que irremediablemente van unidas a ellos, cómo surgen creadas por intelectuales ligados a poderes locales y cómo los mismos imperios las asumen. El orgullo, la hybris, la envidia, no son ajenos a la dinámica imperial. La autora se ocupa de la imperiofobia en los casos de Roma, los Estados Unidos y Rusia para analizar con más profundidad y mejor perspectiva el Imperio español. El lector descubrirá cómo el relato actual de la historia de España y de Europa se sustenta en ideas basadas más en sentimientos nacidos de la propaganda que en hechos reales.
Roca Barea investiga las causas de la perdurabilidad de la hispanofobia, que, como ha probado su uso consciente y deliberado en la crisis de deuda, sigue resultando rentable a más de un país. Es sabido por todos que el conocimiento de la historia es la mejor manera de comprender el presente y plantearse el futuro.
ESTE LIBRO ES UNA HISTORIA DE LA VIOLENCIA, LA OPRESIÓN Y LA CRUELDAD SOCIALMENTE ACEPTADA CONTRA VÍCTIMAS DESARMADAS QUE NO CONSTITUÍAN UNA AMENAZA DIRECTA PARA EL AGRESOR.
El porqué de la violencia indiscriminada contra víctimas inocentes constituye todavía un enigma. Resulta incuestionable que es parte de la condición humana, aunque no esté presente en nuestra vida cotidiana. Intentamos tranquilizarnos pensando que es algo excepcional, una anomalía estadística. Pero ¿y si estuviéramos equivocados? El problema en realidad radica no en que se hayan dado ocasionalmente estos fenómenos, ni siquiera en el hecho de que hayan sido socialmente aceptables, sino en su ubicuidad en la historia humana.
Durante la posguerra las presas políticas —condición que nunca se les reconoció oficialmente— fueron algo más que simples cautivas: tuvieron que soportar un asedio humano premeditado que alcanzó una crueldad extrema: el concepto de redención se manifestó con toda su crudeza en los presidios de mujeres. En Irredentas el profesor Ricard Vinyes relata con una profusión de datos hasta ahora inéditos el poco conocido universo de las cárceles femeninas durante la dictadura del general Franco.
Los elocuentes testimonios, en primera persona, de las propias protagonistas, desvelan un colectivo de mujeres que, pese al sufrimiento inflingido por un sistema penitenciario brutal, se esforzaron por conservar lo único que las mantenía vivas: su identidad humana y política.
La madrugada del 24 de marzo de 1976, María Estela Martínez de Perón, Isabel, dejó de ser presidenta de la Argentina, casi dos años después de la muerte de Juan Domingo Perón. El helicóptero que la sacó de la Casa Rosada no fue a la Quinta de Olivos. ¿Quién la acompañaba? ¿Fue víctima de una trampa de su propio entorno? ¿Por qué Massera la tuvo estrictamente vigilada? ¿Cómo es la vida hoy de esta mujer, a la que envuelve un silencio que parece más obligado que voluntario? Casi olvidada, o tal vez escondida, es momento de empezar a contar lo que vio, lo que sabe y lo que oculta.