Durante miles de años, los seres humanos ignoraron gran parte de los territorios, paisajes y pobladores del planeta, y en los mapas las regiones desconocidas recibían el nombre de Terra incognita. Todavía en el año 1840, el fondo marino era un completo misterio, treinta años después los científicos seguían defendiendo que el mar cubría los polos y en 1900 nadie había logrado alcanzar aún la estratosfera. Y, sin embargo, todas estas lagunas se convirtieron en el estímulo que nuestros antepasados necesitaban para desentrañar los secretos de la Tierra que los maravillaban y aterrorizaban a partes iguales. En pos del conocimiento cometieron innumerables errores, a veces brillantes, a menudo extraños, pero siempre fascinantes. En este magnífico ensayo, Alan Corbin nos ofrece una reveladora historia de la ignorancia como motor de la curiosidad humana que despierta nuestra sed de conocimiento y transforma nuestra visión del mundo.
Nunca sé si Pedro Torrijos está loco o es un genio. Supongo que es una mezcla. Lo que si sé es que me encanta leer lo que escribe»,Juan Tallón
Lo que hacemos los seres humanos es construir. Desde ese instante eléctrico en el que ponemos un pie en el suelo por primera vez pero luego resulta que debajo del pie hay una pieza de Lego que habíamos tirado antes desde la cuna, y entonces la cogemos y la encajamos con otra. Sí, construimos. Construimos una vida, construimos un amor, construimos familias, casas, carreteras, ciudades, aeropuertos y naves espaciales. Transformamos lugares en lugares nuevos. A veces son cambios mundanos. A veces son asombrosos. Y los hechos asombrosos se convierten en historias.
Tras regresar del exilio, Lenin pronunció el 4 de abril en Petrogrado el discurso que dio el pistoletazo de salida a lo que sería la Revolución de Octubre. El objetivo estaba claro, conseguir todo el poder para los soviets de obreros y campesinos, y Lenin ofreció las herramientas para conquistarlo.
Las famosas Tesis de abril suponen el análisis más lúcido y contundente que se haya hecho sobre los desposeídos rusos. Son, también, un programa de acción para una tarea revolucionaria concreta: el paso de la primera etapa de la revolución, en la que la burguesía detentaba el poder, a la segunda, en la que, una vez desenmascarados los pequeñoburgueses y señalados como traidores a la clase trabajadora, el proletariado y el campesinado tomarían el poder.